26 de agosto de 2008

El vuelo

Cualquiera de ellos podría haber sido cualquiera de nosotros. Nos hemos quedado para siempre en los que murieron y en los que han tenido que ir enterrando a sus muertos. Ya volar nunca volverá a ser lo mismo. Los canarios nacimos para emprender el vuelo. Sabemos que para descubrir el mundo, para estudiar, para curarnos de muchas enfermedades o para jugar campeonatos deportivos tenemos que subir al avión. Y si queremos seguir viviendo tendremos que ser valientes y volver a emprender el vuelo. Es ley de vida. No nos queda otra.Todos estábamos en ese maldito avión que se estrelló el pasado miércoles en Barajas. Y también hemos sufrido las mismas esperas con falsas explicaciones, los mismos ninguneos y los sempiternos, vergonzantes e injustificados retrasos. Con los años y la acumulación de miedos, neurosis e inseguridades se nos van complicando los vuelos. Y también con sucesos como éste, sobre todo con sucesos como éste.
No paramos de ponernos en la piel de todos los que entraron en el avión deseando llegar a casa, o en la de aquéllos que venían a conocer nuestras playas. Tampoco podemos dejar de pensar en todos esos niños que se han visto condenados al olvido de repente. Ya sé que es parte de nuestra historia diaria. Nos movemos constantemente entre el espanto y la ilusión, entre la muerte y la vida, pero hay días en que el destino se vuelve exageradamente dantesco y horroroso. Uno quisiera que cada una de estas palabras calara en el corazón de los familiares que lo han perdido todo en ese maldito avión. Cada muerte es una pérdida total. No hay negociación ni consuelo, y lo que nos queda es agarrarnos al recuerdo y a la carga genética que nos ha ido programando para poder seguir sobreviviendo.
Ya digo que uno lo daría todo por encontrar una palabra que sirviera de alivio a quienes sufren en estos momentos. Sí me gustaría transmitirles que estamos con ellos y que nos tienen a su lado para cualquier cosa que necesiten. Muchos de los que murieron hubieran estado hojeando hoy este periódico camino de la playa o del reencuentro familiar. A ellos, sobre todo a ellos, me gustaría decirles que los que estamos por aquí no dejaremos que caigan definitivamente en el olvido. Casi todos conocemos a alguien que directa o indirectamente ha vivido de cerca esta pesadilla. Pero estoy seguro que todos los que están leyendo estas líneas han derramado alguna lágrima en los últimos días. No recuerdo tragedia cercana más desgarradora. Los canarios nos hemos quedado un poco más huérfanos esta semana. Nacimos para volar. Por eso cada vez que alguien le corta las alas a cualquiera de los nuestros también está acabando con el vuelo de cada uno de nosotros.

CICLOTIMIAS
Nunca lograremos vencer al tiempo y a su maldita costumbre de ir robándonos neuronas y seres queridos.

santiagogil@santiagogil.com

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