28 de octubre de 2008

El miraculos

Yo a los miraculos los reconozco sobre la marcha. Se ponen en los bancos del Retiro junto a los que pasea más gente y no pierden detalle de los glúteos femeninos que van pasando junto a ellos. Suelen concentrarse en un culo y no lo pierden de vista hasta que desaparece en la distancia. A veces se les descolocan los planes y van de un lado para otro sin saber por cuál decidirse. Esto último suele pasar mucho los domingos y las fiestas de guardar en que hace bueno y vienen un montón de tías buenorras a lucir palmito en el parque. A los miraculos les da igual que vengan solas o acompañadas porque siempre actúan por detrás y con mucho disimulo. Por más que parezca que son unos buitres sin miramientos suelen ser muy precavidos y discretos, y de sus andanzas sólo nos solemos dar cuenta los que también hemos sido alguna vez miraculos. Realmente ése es un vicio que nunca se deja, si bien con los años uno aprende a llevarlo de otra manera, siempre y cuando no se está enfermo o se haya perdido por completo el norte de las cosas. El Retiro puede ser uno de los lugares de Madrid con más miraculos, y por más que a veces todos intentemos irnos a la zona de Preciados o de Serrano siempre acabamos recalando en alguno de los bancos de este parque tan lleno de erotismo y tan proclive a la imaginación y a las calenturas sicalípticas.

A mí hace años que me gusta caminar detrás de los culos. Ya no me va nada eso de estar sentado y verlos alejarse irremediablemente. A mí lo que me pone es ir por la calle con la vista puesta en el contoneo de unas nalgas, siempre a cierta distancia y por supuesto sin que se note. Me gustan los culos prietos como piedras y los que suben y bajan marcando la redondez de unas nalgas sublimes. Claro que también hay muchas mujeres miraculos, más de lo que la gente piensa. Lo hacen, eso sí, con más discreción que nosotros, o por lo menos con menos brutalidad que los primerizos a los que sólo les falta ponerse a babear cuando ven pasar a su lado un culo que vale realmente la pena.

Yo esto lo tengo de toda la vida, desde que tenía dieciocho o diecinueve años. Me iba a ver culos como otros amigos se iban a los conciertos o al museo del Prado. Esto no tiene nada que ver con represiones o impotencias, y les puedo asegurar que a lo largo de mi vida he estado viviendo con mujeres hermosísimas de culos perfectos. Los miraculos somos, por encima de todo, unos voyeurs refinados que disfrutamos mirando la hermosura de las nalgas. No tenemos nada que ver con los soeces de los andamios o con los salidos sexuales que no se masturban en medio de la calle de puro milagro. Lo nuestro es arte y es devoción, aunque ya digo que últimamente se están perdiendo mucho las formas y cada vez son menos los miraculos que saben observar con la sapiencia y el saber estar de antaño. En los bancos de todos los parques cada día hay más brutos y menos diletantes, y el hedonismo, para nuestra desgracia, se está confundiendo cada vez más con la pornografía.




5 comentarios:

Treinta Abriles dijo...

Pues el miraculos lo tendría hoy clarinete, con el frío que hace...

No hay quien pare en Madrid

Editor dijo...

No es por darte envidia pero aquí estamos en mangas de camisa, y si te animas te puedes dar un buen baño en la playa. Y bueno, me imagino que los miraculos y las miraculos se pondrán las botas haciendo que miran hacia el horizonte o ya más tarde hacia la puesta de sol.

Treinta Abriles dijo...

¡Noooooooooooooooooooooooo!

De todas formas, el miraculos tiene toda la razón del mundo. Es que en esta vida de hoy en día, del arte a la ordinariez, hay un simple paso...

Editor dijo...

Al final aquí, en Las Palmas de Gran Canaria, ha terminado lloviendo, pero lloviendo a 20 grados. Más hacia el interior, en Santa Brígida, la lluvia es un poco más fuerte y baja la temperatura a 17 grados. He vivido ese frío polar de Madrid con la rasca de la Sierra cortándote la cara, pero bueno, se lleva bien con un par de Valdepeñas y una buena charla al calor del amor en un bar...

Anónimo dijo...

Perdona, Santiago, pero una nota cuando la están mirando por detrás, aunque se esté haciendo con ojo artístico, que eso estaría por ver, pero me ha gustado el punto de este relato. María