26 de octubre de 2008

Kraus interpretando Una furtiva lagrima

De me Ne me quite pas a Una furtiva lagrima. Cierro el bucle de la tristeza de la pérdida amorosa. Había pasado L'Elisir d'amore al Ipod y en la caminata matinal me volvió a desarmar esta bellísima composición de Donizetti. Tuve la suerte de escuchársela a Alfredo Kraus en directo en el que fue una de sus últimos recitales (inolvidable la magia de aquel día) y el único que ofreció en el auditorio que lleva su nombre en Las Palmas de Gran Canaria. Años antes me había tocado cubrir la inauguración de ese auditorio para el periódico, pero Kraus, que acababa de perder a su mujer, estaba tremendamente triste y fue incapaz de cantar. Recuerdo que cuando le entrevisté lloró varias veces. Nada que ver aquella presencia con la fama de hombre frío y calculador que muchos quisieron achacarle. En el escenario era perfecto, como un metrónomo, pero capaz de transmitir una emoción tremenda. Lo que les pongo a continuación creo que refleja lo que he escrito.

5 comentarios:

Treinta Abriles dijo...

Si. Lo has sabido transmitir muy bien.

El peor de los desengaños, seguramente, es aquel en el que, tu media naranaja, te abandona por "la parca".

Editor dijo...

Hablando de ingenieros, no sé si sabes que Alfredo Kraus era ingeniero técnico industrial. Su padre, que era el administrador del periódico Diario de Las Palmas (el mismo para el que yo cubrí la información del auditorio que llevaba su nombre muchos después) le dijo que sí, que cantaba muy bien y que el arte era una bonita cosa, pero que primero tenía que sacar una carrera. Alfredo lo cogió por la palabra, se encerró, sacó el título lo antes que pudo y se fue a recorrer mundo, de entrada a cantar con la Callas en El Cairo, ahí es nada, como primera prueba de fuego.

Conoce Santa Brígida dijo...

www.conocesantabrigida.blogspot.com

Treinta Abriles dijo...

¡Madre mía, qué historia la de Kraus!

¡Menos mal que no se quedó en el "lado oscuro"!

;-)

Editor dijo...

Bienvenido, paisano satauteño. Bueno, para los que están lejos, satauteños somos los que vivimos en Santa Brígida, una bella villa de las Medianías de Gran Canaria, tan verde, para los que crean que Canarias es sólo playa, desierto y lava, como la Vera de Cáceres.