13 de octubre de 2008

Vulnerables

Es cierto que somos contradictorios y caóticos, y también indolentes, ciclotímicos y, cuando llega el momento, estoicos y valientes. Somos un poco la consecuencia de lo que no controlamos. El azar tiene esas cosas, que lo mismo nos sube al séptimo cielo que nos baja al infierno más siniestro de Dante. Nadie nos ha puesto en las manos un manual para que podamos vivir sin equivocarnos. Tratamos de hacerlo lo mejor que podemos, pero casi nunca depende de nosotros el resultado. Te esfuerzas, sí, y sacas fuerzas de donde no las tienes, pero llega un momento en que te sobrepasan los acontecimientos y no te queda más remedio que dejarte llevar por la corriente del azar para no ahogarte. Qué decirte que tú no sepas. Si estás vivo formas parte del argumento proteico y sorprendente de la novela que vamos escribiendo cada uno de nosotros a diario. O llámalo sueño. A veces te escribes y otras te están escribiendo. O te estás soñando y no te has dado cuenta.

Pero por encima de todo somos vulnerables. Se supone que nos han programado superhombres y que nos tenemos que comer el mundo. Si encendemos la tele siempre encontramos ídolos triunfantes por todas partes. Estos últimos años hemos vivido en la idiotez constante de una bonanza social y económica que, en el caso de los españoles, casi nos hacía mirar por encima del hombro a medio planeta. Habíamos triunfado, éramos un país de primer nivel y se suponía que lo teníamos todo controlado. Ahora nos miramos unos a otros desconfiados. O preguntamos a los directores de los bancos, a los economistas o a esas mentes preclaras que siempre encontraban argumentos en las tertulias. Nadie tiene respuestas. Nadie se aventura a dar fechas más o menos fiables sobre el final de esta crisis. Todos especulan. Yo especulo, tú especulas y ellos también especulan. En el fondo están tan perdidos y tan desorientados como cualquiera de nosotros. Así y todo reitero mi optimismo de otras veces, pero tampoco podemos olvidar, como me dijo el otro día un amigo, que tras el Crack de 1929 vinieron Hitler, Mussolini y Franco. Claro que luego también surgieron The Beatles, Olof Palme o García Márquez.

Nos movemos en esa permanente contradicción que deambula entre el desastre y la apoteosis. Hace poco más de treinta años vivíamos con un canal de televisión en blanco y negro y ya ven dónde hemos llegado con la tecnología audiovisual. Todo puede suceder, pero lo que no podemos olvidar nunca es que somos esencialmente vulnerables y que bastan unas décimas de fiebre para derrotarnos. Nuestra condición de mortales nos desacredita sobre la marcha para aspirar a dioses. Todos somos iguales y nos marcharemos con las mismas pertenencias que vinimos. Después de todo, como decía José Hierro, no queda nada de lo que fue nada, a pesar de que un día lo fue todo.


CICLOTIMIAS

Las lluvias traen consigo los recuerdos de los últimos naufragios.

4 comentarios:

Jaime dijo...

A mí me dan miedo estas incertidumbres. Ese miedo racional a lo desconocido, al no tener nada, al no haber tenido nada, o que nada haya sido lo que hemos creído tener. Aunque tal vez debiera ser al contrario, y mira que me da coraje llevarle la contraria a "don Pepe", con lo que me gusta aquello de "Como todas las cosas / que hablan hondo, será / tu palabra sencilla.", pero se me antoja que tras esa nada de la que nos hacemos conscientes un día, empiezan todos esos algos que no se harán un todo nunca, probablemente, porque, ¿qué es eso de todo, al fin?, pero son los trocitos de vida que nos van llenando los vacíos que nos dejan las pérdidas del día a día.

Hoy ando algo espeso, parécese ser, y sólo he conseguido escribir ésto que no es una poesía, pero algo será...

Volar.

Ahora no puedo pensar,
aunque quisiera.
No es que no tenga palabras
para saberte,
es que están encerradas
a
cal
y
canto.

Y canto por dentro
como un ave herida,
en un homenaje mudo
a
la sal
y al
trino.

Y estoy que trino
por esta jaula ciega
buscando una puerta
para mover las alas
y volarnos los versos

¡y
adiós
al
miedo!

Anónimo dijo...

Quizá un poco tremendista, Santiago. Está bien, pero veo demasiada trascendencia para lo que creo que es una crisis pasajera que no afectará tanto como dicen. Un cuento más que tratan de vendernos.

Anónimo dijo...

Hola Jaime, qué lujo contar con tus textos en este blog. Lo de espeso es algo que pensarás tú. Muchas gracias por tus versos y tus reflexiones. Y ante ti, María, me reconozco tremendo, puede que tengas razón, pero si te contradigo cuando dices que esta crisis es algo pasajero. Pasará, como todo, pero dejará secuales y nos hará replantearnos muchos conceptos. Este mundo virtual tiene muchas cosas buenas, pero quizá hay algunos que llevan utilizando esa virtualidad para vivir del cuento y de nuestro trabajo. Será apasionante vivir lo que viene. Una aventura más que sumar a nuestros días. Un abrazo a los dos, Santiago.

Treinta Abriles dijo...

Creo que la crisis existe, pero que hay un punto de maldad en ella: encierra la condena de hacer más ricos a los que ya lo son y más pobres a los que ya lo eran. "A río revuelto, ganancia de pescadores"...

¿Qué ha pasado con el "cambio climático y los impuestos verdes"? Seguramente el tema de "la crisis", da más beneficios.