21 de noviembre de 2008

El penalti de Panenka

El chico quería convertirse en el mejor lanzador de penaltis de la historia del fútbol. Desde los siete años tiraba una media de dos mil penaltis al día, y la verdad es que con el tiempo logró que fueran imparables. Tenía veinte años y nadie le daba la posibilidad de demostrar su técnica depurada. Se había especializado demasiado, pesaba ciento treinta y cinco kilos y los entrenadores le decían que no era posible incluirlo en ninguna alineación. No tenía fuerza física, ni técnica, ni visión de juego, ni nada de nada. Sólo sabía tirar los penaltis sin tomar carrerilla y poner el balón en cualquiera de las dos escuadras. Posiblemente era el mejor del mundo, pero no pudo jugar ni en equipos aficionados. Acabó alcohólico, estuvo durmiendo por las calles, y al final dicen que se suicidó tirándose del puente de Silva. Eso sí, cayó poco a poco y con suavidad, como el penalti de Panenka.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un cuento sorprendente y enternecedor. Muchas gracias.