14 de noviembre de 2008

Madame Bovary

Tuerce a la derecha y luego sigue en línea recta hasta el final de la calle. Por lo visto el marido, un francés que vivía con ella en Talavera de la Reina, la echó de casa harto de sus constantes devaneos amorosos. Eso dicen todos, pero yo no los creo: Madame Bovary no puede haberse salido así como así del libro para mudarse a las calles del barrio de Malasaña. Si usted dice que es Gustave Flaubert entonces ya me callo. A derecha, y luego al final de la calle, justo delante de un edificio que parece un convento. Cobra treinta euros y la cama.


Ese microrelato lo escribí hace un tiempo. A continuación les dejo con algunas de las notas que he ido tomando estos últimos días tras la relectura de Madame Bovary. Lo elegí como libro para un Club de Lectura, y la verdad es que he disfrutado enormemente con este nuevo acercamiento a Flaubert. No podría entender mi existencia sin "La educación sentimental", pero tampoco sin Enma Bovary. Les regalo algunos retazos de la novela y las interpretaciones que iban surgiendo tras la lectura de los párrafos seleccionados:


“Antes de casarse, Enma creyó que aquello era el amor; pero como la felicidad resultante de este amor no había llegado, pensaba que, tal vez, se había equivocado. E intentaba averiguar, qué era lo que se entendía en la vida por felicidad, pasión frenesí, palabras que le habían parecido tan hermosas en los libros”.

Soñaba con ser feliz y lo que encontraba era una vida sombría, monótona y aburrida: una realidad que no encajaba con sus sueños, que no eran de grandeza sino de vitalidad, quería vivir, amar con pasión, y veía que el guión era otro muy diferente, y por eso para mí, aunque perdiera, Enma siempre será una rebelde admirable que apuesta por cumplir sus sueños en un mundo casi siempre mezquino. Para casi todos nosotros, la utopía es un fin, nunca una meta a la que llegar: para ella fue el fin y la meta. Fracasó al intentar cumplir sus sueños, los que fueran, y por eso no puede ser juzgada por nosotros, casi siempre timoratos y acomodados en la clase media y en la segura monotonía.


“El universo para él (apara Charles) no sobrepasaba los límites de sus faldas de seda”.

Luego está el punto de vista de Charles, un bendito que la idolatraba y que no entendía sus veleidades, pero su objetivo vital era otro, y por mucho amor que le diera no le daba a Enma lo que buscaba: lo más probable es que nadie le pudiera dar lo que estaba buscando: su tiempo no iba acorde con sus ansias de felicidad. Como decía Enric Satie de su propia vida, Enma Bovary también llegó muy joven a un mundo demasiado viejo.


Cuando va a la fiesta ( Marqués de Andervilliers) “la música del baile rondaba aún en su cabeza, se esforzaba en mantenerse despierta, a fin de prolongar la ilusión de esta vida de lujo que tendría que dejar por la mañana.”

Ese recuerdo siempre estará presente en la vida de Enma Bovary. Querría no haber salido nunca de aquella fiesta que seguiría celebrándose cuando ella volviera a la monotonía y a ver pasar los días insulsos, iguales y predecibles. La fiesta, a su vez, la idealiza, como siempre se idealizan los buenos momentos que uno, casi siempre, ni siquiera ha vivido. Necesitamos de esa nostalgia de lo que no ha sido para creer que un día fuimos felices.


Enma deseaba tener un hijo: “al menos un hombre era libre, un hombre puede recorrer pasiones y países, traspasar obstáculos, echar el diente a la felicidad por muy lejana que esté.”

Poco más cabe añadir a los deseos de libertad de Enma. Y se entiende mucho de lo que le pasó en su vida a partir de esa impotencia de no poder ir en busca de sus sueños con todas las consecuencias.


Lo que le dice la madre de Charles: “Sabes lo que necesita tu mujer? ¡Lo que necesita son ocupaciones de verdad, trabajo corporal! Si tuviera que ganarse la vida, como muchas otras mujeres, no tendría esos “vapores” que le vienen de ese montón de ideas que le llenan la cabeza y de esa ociosidad en la que vive.
Charles: Pero sí que tiene ocupaciones.
La madre: Ocupaciones, ¿qué ocupaciones? Leer novelas, libros malos, obras que van contra la religión…".


De nuevo los libros, la cultura o la ensoñación como peligro para las mentes obtusas. Desde don Quijote hasta el nazismo o los talibanes, siempre aparecen los libros como el principal aliado de la locura y de todo lo que no tenga que ver con el pacato sentido común. Y, claro, luego está también la religión maniatándolo todo. Y el miedo a que el ser humano descubra la ociosidad y el propio sentido, mortal y azaroso, de su propia vida.


Lo que piensa Rodolphe: “Ella se estaba poniendo demasiado sentimental…..”

Enma vivía y quería vivir el amor con todas sus consecuencias. Era osada, valiente y romántica a carta cabal. Los demás, como casi siempre, sólo querían jugar o procrear. Ella buscaba otra cosa. Posiblemente ni ella misma sabía lo que buscaba, pero no podía vivir sin soñar y sin apostar por un gran amor que justificara su existencia.



Y por último la historia de su hija, Berthe, auténticamente demoledora, lo más descorazonador que me he encontrado en esta relectura del libro: “Cuando todo fue vendido, quedaron doce francos y setenta y cinco céntimos que sirvieron para pagar el viaje de la hija de Bovary a la casa de su abuela. La buena mujer murió ese mismo año; el abuelo Roualt se había quedado paralítico y fue una tía quien se encargó de la niña. Es pobre y la envía, para ganarse la vida, a una fábrica de hilatura de algodón”.

Pero no olvidemos nunca que Madame Bovary es un personaje literario, que tiene mucho de verdad y mucho de mentira, que no existe y que al mismo tiempo es y se recuerda más que cualquier otra mujer de esa época, y no olvidar tampoco lo que dijo Flaubert en el juicio, cuando le acusaron de escandalizar y de inventar a partir de una historia real: Madame Bovary c’est moi. Uno de las grandes declaraciones de intenciones de cualquier escritor, se está y no se está en cada una de las frases que se escriben, pero Madame Bovary es Madame Bovary porque la creó un escritor con el talento de Gustave Flaubert. Y como dice Vargas Llosa su historia, mientras la vamos leyendo, nos va llevando por una orgía perpetua, una orgía de pasiones desatadas, de deseos y de sueños rotos. Nos encontrmos ante una vida que podemos mirar por dentro como mirábamos los juguetes cuando éramos niños para comprobar su funcionamiento. No entendíamos nada. Ahora tampoco. Lo que hacía grande a nuestros juguetes, y también a esta historia, es la magia que hay a su alrededor. Las palabras no son sólo palabras. También las utilizamos para pedir un kilo de papas en la tienda. Las palabras cuando se cruzan con la magia dan a lugar a la literatura. Y luego está también lo que decía Pascal: los grandes libros son aquéllos que todos pensamos que podíamos haber escrito. Madame Bovary es uno de ellos. Lo difícil es escribirlo y dejarlo vivo para siempre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No hombre no, a la bovary yá
la juzgaron, la abandonaron y condenaron...
Con eso basta.No me la mandes a Malasaña.

Juanjo dijo...

Otra vez debo reconocer mi infinita ignorancia. No he leído el libro. aunque por sus comentarios, creo que "Madame Bovary" será uno de los libros de referencia en mi biblioteca.
Con respecto a sus interpretaciones, sobre todo en la que habla de la búsqueda de la felicidad, coincidio con usted y además, yo veo el anhelo de felicidad como la búsqueda de lo imposible. Las palabras son muy poderosas y objetivas. Si es algo es imposible, no cabe más que una interpretación. Supongo que todos pasamos por el hastío y el cansancio de no saber qué hacer en un determinado momento. Incluso de preguntarse qué sentido tiene la vida, cuando esa felicidad que esperamos no llega o comprendemos que ese amor que iba a ser la solución a nuestros problemas se convierte, a veces, en otro problema añadido. Todo es finito y nos movemos en un abanico de posibilidades cerrado.
Me gustaría felicitarlo por su poema de ayer que he leído hoy en la tarde. Yo intento hacer un blog de poesía clásica, sonetos y romances, e intento actalizarlo a diario. Me sentiría muy halagado si usted le echara un vistazo. www.rimasdelalma.blogspot.com
Un cordial saludo