23 de noviembre de 2008

Omara Portuondo

Hay momentos que se nos quedan grabados para siempre. A lo mejor no los recordamos jamás, pero de esos momentos se nutren siempre nuestras emociones. El pasado viernes tuve la gran suerte de asistir al concierto que ofreció Omara Portuondo en Las Palmas de Gran Canaria. Aún resuena el eco de muchas de sus canciones. Desde que subió al escenario y empezó a cantar y a mirarnos a los ojos se detuvo el tiempo.
Durante una hora y media no hubo más que milagro a nuestro alrededor. Musicalmente hablando la conocí hace quince años a través del artista cubano, Tomás González Pérez. Y digo artista porque Tomás era un genio en todo lo que hacía: era pintor, novelista, poeta, dramaturgo o guionista. Fue el coautor, junto a Gutiérrez Alea, del guión de la película La última cena, así como de una novela memorable que lleva por título El breve espacio, en un guiño que le hizo a su gran amigo Pablo Milanés. Tomás falleció este año, pero su energía, como la de Ibrahim Ferrer, estuvo presente en el concierto del pasado viernes. En aquellas cintas de magnetofón Tomás me pasó a Elena Burke, Moraima Secada y a la propia Omara en grabaciones de los cincuenta y los sesenta. Recuerdo que estuve varios meses escuchando aquellas canciones a todas horas. Eran memorables y estaban cargadas de una fuerza tremenda. Omara cantó la otra noche algunas de ellas. Y todos los presentes tocamos el séptimo cielo varias veces. Uno se siente más acompañado sabiendo que lleva en su recuerdo el eco de todas esas canciones hermosas. Les dejó con un par de versiones que he encontrado en YouTube.



Con el magistral Ibrahim Ferrer

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por compartir(la)...Profundo que llena lo profundo de nosotros mismos... Al escucharla mi interior se ha quedado más lleno...Seguiremos su pista.