10 de diciembre de 2008

El profesor


Lleva seis años, cinco meses y cuatro días encerrado en su casa. Ni es agorafóbico ni se ha quedado tetrapléjico ni ha hecho una promesa mariana de enclaustramiento. Trabajar, trabaja gracias a las nuevas tecnologías, y la verdad es que si te refieres a la cuestión económica tengo que decirte que le va bastante bien. No, la enseñanza la dejó. Las malas lenguas dicen que se quedó medio trastornado tratando de enseñar literatura a los alumnos de segundo de la ESO. Aguantó a duras penas hasta el día en que se rieron como demonios de la foto triste de César Vallejo.

(Mil disculpas a todos. Me fui de puente desde el pasado sábado, y donde iba pensaba que había conexión a Internet. Pero falló la técnica y no hubo manera de conectarme, por eso no se habían publicado los comentarios. Los textos sí estaban programados y fueron saliendo con normalidad. Mientras estaba fuera, el amigo Antonio Aguiar (fue él quien en su momento me facilitó este blog para que yo sólo tuviera que descargar los textos) realizó varias modificaciones en el formato y en el diseño. Faltan por pulir algunas cosas, pero estoy de acuerdo con Treinta Abriles en que su lectura es mucho más cómoda y diáfana. Aún faltan enlaces y quiero quitar algunas cosas. Por lo demás, mil gracias a Antonio nuevamente por sus esfuerzos y por su interés en poner en marcha este proyecto.)

8 comentarios:

Treinta Abriles dijo...

No me extraña. Enseñar literatura en los tiempos del SMS... ¡Es difícil!

Y sin embargo... todo está inventado. "El fuego interno" que dice Santiago, no conoce tiempos y tampoco edades.

Treinta Abriles dijo...

¡Enhorabuena a Antonio y a ti!

Este blog es cada día más impresionante.

Jaime dijo...

¡Y si después de tantas palabras,
no sobrevive la palabra!


No pudimos nosotros ir de puente, y te debo una llamada, como casi siempre (ya lo haré, ya lo haré, sí…), y me quedé con las ganillas de pasear con ustedes algunos ratos y charlar largo y tendido y curiosear por aquí y por allá, ahora que tengo algo más de tiempo, pero todo llegará, que aún no es el momento, y, si llego, tal vez este próximo año sea algo más fructífero y agradecido y el tiempo se alíe con nosotros y podamos encontrarnos en algún camino y tomarnos un café o un té tranquilamente, a ver si soy capaz yo también de aprender algo de literatura.

Justamente hace unos días me tropecé a una vieja conocida, y descubro (no sé por qué nunca lo supe) que es profesora de literatura en la universidad. Yo creo que son señales, o eso me digo, como si yo fuera el protagonista de algún cuento perverso, que me ha tenido dando tumbos por la vida, como una peonza mareada por los giros que observara algún ojo curioso y malintencionado. Llevo algún tiempo pensando en volver a la escuela. Son esas cosas que nos da por pensar a la gente mayor, supongo, a los desocupados, a los que están intentando volver a nacer, desafiando las leyes esas de la naturaleza, y reparirse despacio, sin que se note mucho, para que parezca un efecto natural evolutivo. O algo así.

Y andaba yo pensando y, coincidencias, tras ver anoche una entrevista a un rector de universidad, que no recuerdo quién era, hablando sobre el “proceso Bolonia” (creo que lo llaman así, como si se tratara de la afectación de un virus), y decía el buen hombre que tratan de que la universidad sea un vehículo eficaz para la transmisión de la cultura, utilizando los nuevos recursos tecnológicos y adecuando la enseñanza a un trato más directo con el alumno. Y yo pensé que, con esto de la TDT (la tele digital terrestre esa), que por qué no se inventaban un canal educativo, pero educativo de los de verdad, no esos muermos que se inventan para rellenar la programación y que apenas mueve el interés de la gente, no ya los estudiantes sino aquellos que desean formarse y cultivarse. Supongo que no tendría la suficiente audiencia, aunque eso no debería suponer un problema si lo que se pretendiera realmente es vehicular una plataforma para que quien quiera pueda tener acceso a la cultura en general. Los mundos de Yupi, vaya… será por exceso de tiempo libre que tengo, supongo.

Así que voy a buscar información sobre esta adecuación española a la europea y ver si allá por el 2.010 o así, puedo regresar para mirar la foto triste de Vallejo, para que deje de dudar y pueda sonreírse un poco y ver que sobrevive la palabra.

Buen día tengan todos.

Treinta Abriles dijo...

Eso que dices está muy bien, Jaime, pero no es suficiente.

A veces el interés también hay que provocarle de alguna manera, que sea atractiva, a ser posible. Pero, la mayor parte de las veces, hacerle a un chico de quince años la literatura atractiva...

Editor dijo...

Muchas gracias por tus felicitaciones, Treinta Abriles. Efectivamente hay que hacer atractiva la literatura, pero también las matemáticas, la geografía o la biología. El problema está en el propio sistema educativo y en la desmotivación de unos profesores que se ven desamparados y a merced de unas leyes y de una escala de valores que los deja poco menos que a la intemperie.
Jaime, el hecho de que gente como tú (y como muchos otros que conozco y que no desfallecen a pesar de las dificultades) se anime a plantearse la literatura partiendo de una vocación siempre necesaria nos hace concebir esperanzas. Muchos estudiantes, como entonces nosotros, sólo esperan que llegue alguien para que les cambie la vida. A mí me la cambiaron en las clases de literatura. Tuve una suerte inmensa con las profesoras que me tocaron en suerte. Probablemente de no haberse cruzado por medio la literatura jamás me hubiera tomado con interés la posibilidad de un crecimiento personal a través de la educacíón y la cultura. Digan lo que digan es lo único que nos salva (y por lo que tenemos que apostar para salvar este pequeño mal momento que estamos viviendo ahora mismo).

Jaime dijo...

Entiendo eso que dices, Treinta Abriles, acerca del provocar el interés. La adolescencia es una edad compleja, ciertamente, pero creo que también es una etapa en la que la curiosidad está en plena efervescencia. Habría que encontrar alguna manera de canalizar todo ese interés, que sí que existe, por casi todo lo que rodea a estos muchachos y muchachas, para diversificarlo y que se encuentren, casi sin que se den cuenta, con un abanico amplio de posibilidades con el que disfrutar y que tengan después la capacidad para decidir qué es lo que más les llama la atención. Lógicamente si en ese abanico les endosamos dos o tres truños, con perdón de la palabra, esos quedarán descartados por ellos de antemano. Y lo que disgusta de entrada, difícilmente puede despertar interés. Debe implicar esta cuestión una complejidad que a mí se me escapa, o se habría solucionado hace años, supongo.

Por otra parte, se promueve una educación universitaria que aboga por el no mercantilismo de la educación, el no educar para producir, sino para aprender, para cultivarse, con el añadido lógico del enfoque profesional, pero sin que sea lo más importante. Sería deseable que ese espíritu se añadiera a la educación en todas las edades, a cualquier nivel.

Cada historia, no obstante, es distinta, y cada persona también, y cada entorno en el que se cría cada uno, por descontado, así que no es sólo tarea de los educadores de los centros educativos, sino que, bien al contrario, es una tarea compartida por el resto de educadores, llámenle familia, conocidos, medios de comunicación y cualquier otro grupo social en el que se esté inmerso. Hay una responsabilidad de la que la mayoría se quita de encima para cargar todo su peso al profesorado, y eso, además de poco justo, es tremendamente egoísta y estúpido, me parece a mí. Ese “desentenderse” de la responsabilidad que les toca puede desmotivar mucho, tanto a los jóvenes como a quienes ven cómo recae sobre ellos el peso del futuro de los jóvenes.

El blog te está quedando genial, Santiago. Ahora es mucho más cómoda su lectura y más sencillo el encontrar los textos y las respuestas. Mi enhorabuena para ti y para Antonio. Y mi agradecimiento por el trabajo que hacen, con el que podemos continuar leyendo quienes disfrutamos haciéndolo.

Y por dejarme contestar estos rollazos…jajaja.

Editor dijo...

Gracias a ustedes por hacerlo más vivo y más participativo. Para mí es un honor contar con las colaboraciones de todos los lectores, pero sobre todo de gente como tú, Treinta Abriles, Mucho que contar y los anónimos que no conozco pero que también nos dejan muchas cosas interesantes. Tu calidad literaria, Jaime, es un lujo que no sólo valoro yo sino todos aquéllos que se acercan al blog. Un abrazo.

Treinta Abriles dijo...

Al final todos hablamos de lo mismo. Pues sí, es una suerte encontrar alguien que te motive a esas edades, en los que, el interés o no de la asignatura y por tanto el éxito o no de lo que se enseña, está ligado, irremediablemente, al profesor que la imparte.

Por cierto, las mías del instituto, eran un peñazo, y lo único que las salvaba, era el estado de "enamoramiento catatónico" por el que pasaba en ese momento.

En mi memoria queda la voz de "ese chico" recitando (o más bien leyendo), "Volverán las oscuras golondrinas..." en clase de literatura. Nunca jamás en la vida, Becquer fue para mí más cercano.