13 de diciembre de 2008

El soneto

Tardaba meses en escribir un soneto. No paraba de borrar palabras y de cambiarlas de lugar. Decía que buscaba la música, y que eso no se conseguía así como así. Al final logró rizar el rizo y culminó un soneto sin palabras y sin más concreción que una hoja en blanco. Si le preguntaban respondía que el silencio también era música y se callaba. Él sabía que para hacer ese soneto en blanco había necesitado borrar más de ocho mil palabras: aquel poema sólo estaba escrito para los que supieran encontrarlas.

ÉL SI QUE SABÍA LLENAR MÁGICAMENTE LOS ESPACIOS EN BLANCO. LES DEJO CON JOSÉ HIERRO (no importa la baja calidad del primer vídeo: es un lujazo escuchar a Hierro recitar uno de sus mejores poemas, incluido en Cuaderno de Nueva York)



2 comentarios:

Jaime dijo...

Somos más lo que perdemos o desechamos que lo que nos queda.

Hala, y nos quedamos tan panchos...jajaja.

Son tiernos tus protagonistas, Santiago, son buenos en exceso y eso será, seguro, porque tú eres buena gente, y te cuesta imaginarte a un personaje sanguinario y maloliente, de esos que, irónicamente, resultan tan atractivos a la gente, vete tú a saber por qué. Lo malo vende, porque se adhiere mejor a las carnes, probablemente, y se nos vuelve parásito en los adentros y nos va transformando y envolviéndonos con una piel seca con la que salir solos al mundo. Un simple abrazo puede servir de hidratante inesperado y devolvernos un poco de eso que, seguramente, somos y olvidamos algunas veces.

Ahora voy a escuchar los videos, que el libro de Pepe (que duerma a veces en mi alcoba genera estas confianzas, y yo soy muy confianzudo (pensaba que esta palabra era un localismo nuestro, pero existe, existe…¡bien!)) lo tengo ya muy leído.

Una vez escribí unos sonetos, pero acabaron en la papelera. Yo, que soy mucho más atravesado que tus personajes, expondría mis papeles arrugados, desechadas las letras que hubieran en ellos, para que el público tuviera que intentar leer entre los pliegues de la mala fortuna de no ser un gran poeta. Poesía no iban a leer, no, pero igual se pasaban un rato entretenido… Cuando los escribía me decía a mí mismo que el soneto es el poema más lento, como un parto difícil en el que hay que estar preparado para recibir al bebé más hermoso o al más horrendo de los seres. Pero se les acaba queriendo, porque son nuestros. Madrazas que somos…

Juanjo dijo...

Y a veces hay que borrar hasta más de ocho mil...

El soneto es una composición que siempre he considerado complicada. Ahora, gracias a la carencia y a la desesperación estoy en un momento dulce y hoy he publicado mi vigésimo primer soneto, pero algunos cuesta lo suyo. Hay otros que están en poder de la persona que los inspuró y los dejo exclusivamente para ella.

Y estoy de acuerdo que, a veces, la mejor indentificación con una obra pasa por ver un espacio en blanco y darle tú un sentido.

Un abrazo.