9 de diciembre de 2008

Las cosas no tienen mamá



Las cosas no tienen mamá. Tina Suárez Rojas
Ediciones Idea. 80 páginas. 11,95

Las palabras no existen hasta que no se pronuncian o se escriben. Da lo mismo que ya las dijeran otros. Cada día reinventamos el lenguaje. En el caso de la poeta Tina Suárez Rojas cada palabra contiene un universo que se ha ido escribiendo durante años en sus lecturas, en su manera de ver el mundo y en el silencio de la búsqueda. También en la soledad y en el dolor. Y en el amor, en el sexo y en esa alquimia que luego se acaba convirtiendo en poesía. Su último libro, editado por Idea, creo que se convierte en un corolario que, al mismo tiempo que acrisola los otros libros de Tina, abre nuevas puertas y nuevas formas de entender un poema. Aparece irónica o sensual, cáustica o temerosa, risueña o aliquebrada, pero sobre todo se asoma siempre sin estridencias a nuestros claroscuros diarios, en una escritura que destila belleza y cotidianidad.

Uno recibe el tacto de su propia epidermis o de su soledad cuando lee algunos de sus versos. Creo que Tina ha ido rebuscando entre silencios y luchas interiores una poesía arriesgada que logra renovarse con cada nueva lectura. Lo fácil es acomodarse y rehacer lo que un día te hizo tocar el cielo. Lo honesto es seguir andando. Y en ese camino se puede perder, pero también se sabe que es por donde único se debe seguir si uno realmente aspira a no traicionar nunca lo que hace. Cuando abran este libro sentirán ese golpeo en el estómago que decía Kafka que habían de tener siempre los buenos libros. No mirarán nunca el número de la página ni caerán en la cuenta del paso del tiempo. Ha sido escrito para seducir, y no creo que haya nadie capaz de resistirse a sus sortilegios.

“La serena desventura de que me aprieten los zapatos/porque no quieren salir más allá de los recuerdos/que has dejado en esta casa”. Pero esos recuerdos remontan el vuelo y salen con otros nombres y con imágenes que en principio nada tenían que ver con ellos; y lo hacen, como dice la escritora, desde una serena desventura, sutilmente, mágicamente, casi me atrevería a decir que de forma milagrosa. O bien se alían con el sinsentido de nuestra propia existencia: “estar viva al mismo tiempo que te mueres//esto es dolor: quien lo probó lo sabe”. Y quien lo probó ha de escribir inevitablemente. Lo sabe cualquiera que haya pergeñado un poema partiendo de la necesidad de contarse a sí mismo para no caer definitivamente en el olvido o en la desesperación más inconsolable. Al fin y al cabo, cuando se escribe, se están abriendo nuevos caminos donde no había nada, sólo sombras y hojas o pantallas en blanco. Pero sigamos con lo que también escribe la poeta: “Soy todo lo que perdí./ Nada más que un cadáver maquillado.” Creo que queda claro. O no queda claro. Da lo mismo. De ese cadáver que sabe de lo perdido renace siempre la palabra con un halo y un sentido que se hace necesario para los otros que saben de derrotas y de ausencias.

Pero a lo largo del libro también se aparece la sensualidad y el erotismo, y el amor vestido con mil formas distintas según los días en que uno lo mire directamente a los ojos en la mirada del otro. Tina toma el título de una cita de María Elena Walsh. Es una cita que uno no entiende hasta que no lee el libro, o hasta que no llega al poema que toma el título de la cita. La poeta nos recuerda esas cosas que no tienen mamá, “enmohecidas de ser para siempre nada” (“En el abandonado desván de tu memoria/yo soy una de esas cosas, amor mío”). Estamos ante un libro imprescindible para quienes apuestan por la poesía como una estación de paso necesaria sin la que no se entendería nuestra existencia. No hay formulaciones, ni teorías, ni tampoco tecnología punta que nos salve del olvido. La poeta se lo juega todo a la carta de la buena escritura y de la poesía entendida como una cosa que, aun sin mamá, palpita en cada una de las palabras hasta dejar de ser cosa y convertirse en milagro.

3 comentarios:

Treinta Abriles dijo...

¡Oh! Qué bonito el azul del blog.

Treinta Abriles dijo...

¿Es posible que se haya perdido algún mensaje con el cambio?

Jaime dijo...

Pues habrá que hacerse con un ejemplar. Siempre se agradece poesía fresca, nueva, que sorprenda un poco aunque, como dices, ya esté prácticamente todo dicho y, seguramente, mejor dicho por otra gente. Es un acto de valentía, creo yo, atreverse en estos momentos a publicar la visión personal de las cosas, por esa misma razón, porque siempre se puede encontrar un punto de referencia sobre el que establecer una crítica feroz. Por esa razón me gusta ver que siguen existiendo atrevidos y les aplaudo por ello. La crítica que la hagan otros, mejor, que estarán más preparados que los que somos simples lectores por afición y disfrutamos con la mayoría de las cosas que se nos ofertan.

Tienen buena pinta, para mí, estos adelantos que nos dejas. Y yo soy, antes que nada, un curioso vocacional. Me lo regalaré para las Navidades, pues.

Ah, que se me olvidaba. Que me gusta el cambio de formato del blog. Mucho más cómoda la lectura, para mi gusto.

Un fuerte abrazo.