20 de diciembre de 2008

Peter Pan



Dejó el trabajo en el banco, dejó a su novia, dejó a sus padres y por supuesto dejó tiradas en una cuneta todas sus ambiciones materialistas. Dormía en Kensington Gardens, acurrucado entre cartones y con la vista siempre puesta en el monumento a Peter Pan. Quería recuperar la infancia a toda costa y se había encomendado al héroe volandero. Cuando desapareció para siempre más de uno pensó que al fin había cumplido su sueño. Los tres neonazis chafaron la idílica historia cuando confesaron que lo habían matado a navajazos. Por lo visto luego se habían liberado del cadáver echándolo a volar al río Tamésis desde uno de los puentes de Ritchmond. En ningún momento apareció el decepcionante Peter Pan a recogerlo por el aire.

No hay comentarios: