11 de enero de 2009

Todos somos palestinos



Uno se pone en la piel de cada ser humano que escucha las bombas cada vez más cerca de su casa. Sientes la rabia y la impotencia del padre que vela a sus hijos muertos. Se ha mirado para otro lado durante mucho tiempo. No se puede consentir el atropello de Israel contra la población de Gaza. No es casual la aparición de Hamás ni de terroristas suicidas: son los niños que se han criado entre la humillación y la alambrada. Los que hoy están asistiendo estupefactos a la muerte de sus padres y sus vecinos serán más radicales todavía. Radicales contra todos, contra quienes les atacan impunemente y contra quienes permiten, en pleno siglo XXI, que se actúe de una manera tan asesina y prepotente. En Oslo, con Rabin, Clinton y Arafat se pensó que el milagro era posible, pero la llegada de Bush y su incapacidad manifiesta en política internacional nos ha dejado un mundo realmente peligroso. De momento, Obama calla. Espero que hable pronto y que lo haga con la mesura y la neutralidad necesaria. La razón no la tiene nunca quien mata. Ahora hay que intentar como sea volver a la mesa de negociaciones y tratar de demostrarle al mundo que la justicia y los derechos humanos no están perdidos para siempre. Ayer salimos a las calles de Las Palmas de Gran Canaria más de cinco mil personas. Pedíamos la paz. Nada más y nada menos que la paz. Hace tiempo que sabemos que lo que ocurra en cualquier confín del mundo nos puede terminar afectando directamente. La crisis que estamos padeciendo es el mejor ejemplo. Se acabaron los localismos que no tenían consecuencias. Hoy somos todos palestinos porque sufrimos la impotencia del abuso y de las sofisticadas tecnologías asesinas empleadas por Israel.



La foto de Rafael Hierro corresponde al paso de la manifestación por la calle Triana, en Las Palmas de Gran Canaria, ayer sábado, 11 de enero.

6 comentarios:

Unknown dijo...

Gracias Santiago por tus emocionantes palabras. Las acepto, las confirmo, las aplaudo y las apoyo en su totalidad. Esperemos que ni Obama ni nadie más calle ante el genocidio sistemático tantas veces utilizado por las grandes potencias económicas y sus desquiciados valedores.

Anónimo dijo...

Yo no soy Palestino. Y eso no es malo.
Yo no soy Judío. Y eso tampoco es malo.
Yo, no soy otro. Y eso no solo no es malo, sino bueno.

En cambio ellos, sí son como yo, como tú, seres vivos, con mi mísmo derecho a vivir, como tú, como todos.

Tan solo eso.

Idea simple de entender al parecer, donde se conforma el sustituto de la vida de otros, con la ley del más fuerte de algunos, tan solo algunos...
...muy pocos algunos, creídos poseedores de los demás.

Anónimo dijo...

Otra reflexión, y perdona. Hoy ando así.

La razón no la tiene nunca quien mata.
La cambiaría por otra:

La razón la tiene nunca quien mata.

Anónimo dijo...

Pero !qué dices de que todos somos palestinos!
Hay una guerra contra los terroristas de Hamás, no contra la OLP.
Venga ya

Anónimo dijo...

ayer mismo he visto un documental sobre palestina, para nada doy la razon a los judios porque me parece que son todos ellos parecidos, solo piensan en matarse unos a otros como solucion a todos sus problemas, pero es que ademas los propios palestinos se mantan entre ellos sin razon aparente, en el documental hablaban sobre los hospitales de palestina y salian gerrilleros armados (paramilitares) palestinos que cuando tenian un herido iban todos al hospital (armados por supuesto) ya los medicos (palestinos tambien) no sabian como pedirles que no entrasen con armas al hospital, es mas entraban asta en los quirofanos armados y cuando les negaban la entrada, estos montaban en colera y comenzaban a disparar a cualquiera... ejem, creo que no hay nada mas que decir de lo que se puede dialogar con esta gente... un leon es mas razonable ante una presa sangrando. mucho tiene que cambiar el mundo para que esto termine.

Jaime dijo...

Son muchos días ya leyendo toda clase de razones, algunas de ellas de lo más disparatadas, para justificar una invasión y la masacre indiscriminada que conlleva. Leo, ruborizado, como cualquiera sin el más mínimo rigor histórico, sin el más básico conocimiento de lo que lleva sucediendo en esa región desde hace ya más de sesenta años, se sienta, con casi un millar de muertos sobre la mesa, a opinar y a desvariar, desde la comodidad que otorga la ignorancia, sobre un conflicto del que no se han molestado en investigar, asumiendo como propias las informaciones sesgadas que nos llegan desde algunos medios de comunicación, repitiendo consignas vacías que sirven de mortaja humillante para cientos de muertos inocentes.
Yo sí soy palestino. Desde la traición británica de la declaración Balfour, hace ya casi cien años, a unos árabes a quienes les prometieron las tierras que habitaban. Por el silencio vergonzoso de los organismos internacionales, por primar una deuda convertida en chantaje del que dicen pueblo escogido y convertirnos a todos en cómplices de una barbarie revestida con los adornos esperpénticos de una acción defensiva en la que, sin distingos, se marca a todo un pueblo con el número aleatorio de terrorista. La manida excusa que tranquiliza algunas conciencias y les permite convencerse de la necesidad de las muertes indiscriminadas, y les ahorra echar un vistazo a la Historia y que les suban los colores de la vergüenza, acallados ahora por otra que aún andan pagando, cuando permitieron que quien ahora ejerce de verdugo, fuera también, en su momento, víctima. Es triste hacer pagar a un pueblo los desmanes de quienes nos convierten, a diario, en los seres más aborrecibles de cuantos pueblan este planeta.