20 de febrero de 2009

Patrias literarias

No creo en las patrias ni en las generaciones. Está bien que la literatura escrita en Canarias tenga una onomástica que la ponga de actualidad, pero que nadie espere que le caiga del cielo Rojo y Negro, En busca del tiempo perdido o Cien años de soledad por tener un día festivo en el calendario. Escribir es un verbo que se conjuga en soledad. No vale reivindicar una cuota de mercado por haber nacido en Arucas, en Bariloche o en Cadalso de los Vidrios. Los escritores canarios tendemos a quejarnos de la distancia, del ninguneo de la Península o de las pocas opciones que encontramos en los medios nacionales. ¿Pero acaso lo ha tenido fácil alguien alguna vez? Galdós tuvo que salir para seguir creciendo literariamente, y cada cual puede elegir el camino que mejor le convenga. Lo que no vale es quedarse aquí para llorar porque no te llaman de allá: lo mejor que puedes hacer entonces es coger tus cuatro cosas y marchar a la aventura de la busca literaria. Es lo que han hecho otros en cientos de islas o de provincias de todo el planeta a lo largo de la historia. Las oportunidades a veces llegan y otras veces se van a buscar, pero en ningún caso aparecen si no media la calidad y el trabajo bien hecho. Y hace tiempo que sabemos que las flores artificiales jamás perduran. Parece un contrasentido, pero sólo permanecen las flores con aroma y color propio. Da lo mismo que sean flores silvestres o marchitas. Lo que cuenta es la autenticidad: el recuerdo de la belleza eterniza incluso lo más efímero.

Creo que fue Juan Marsé quien dijo que no había que confundir la literatura con la vida literaria. Para escribir no hace falta estar en ninguna parte. Se escribe sin esperar más que la satisfacción de acercarte cada día más a lo que quieres contar. A escribir se aprende leyendo y viajando con la mirada limpia que debe tener cualquiera cuando viaja o lee sin prepotencias o prejuicios. Hoy escribo aquí porque estoy bien aquí, y porque no concibo escribir mejor en Londres que en Famara. Mañana no sé dónde voy a estar, ni si voy a seguir quedándome o necesitaré nuevos horizontes. Para leer a Malamud, a Bellow o a Philip Roth no hay que estar en Nueva York. Pero si se escribe aquí hay que hacerlo con todas las consecuencias. Y creo que lo bueno es haber estado fuera y luego volver para no confundir el culo con las témporas y terminar pensando que la literatura empieza y acaba en los dos o tres autores que tenemos en las islas.

Considero que en estos momentos hay en Canarias muchos escritores que valen la pena y que han logrado quitarse de encima ese corsé exótico con el que algunos han querido vestirnos durante años. Unos se irán y otros se quedarán. Unos tendrán suerte y otros seguirán en el más absoluto anonimato. Pero el verdadero escritor jamás renunciará a la literatura aunque encuentre todo en su contra. Da lo mismo que sus letras tengan fiestas de guardar. Larra dijo que en España escribir era llorar, y luego Cernuda añadió que no era llorar sino morir. Kennedy Toole murió en Estados Unidos sin ver publicada La conjura de los necios. Kafka o Pessoa optaron por la creación al margen del mundillo literario y de la búsqueda de glorias tan irrisorias como vanas y efímeras. Robert Walser terminó sus días en un psiquiátrico y Domingo Rivero tardó casi un siglo en ser reconocido a nivel nacional. Pasa en todas partes y en todas las épocas. El aislamiento, en el caso del escritor, no sólo le viene por vivir en una isla. Celebremos el Día de las Letras Canarias si eso contribuye a que se hable de literatura y de libros, pero nunca a costa de ponerle límites a la creación o a la lectura. Dije al principio que no creía en las patrias. Corrijo: a estas alturas sólo creo en las patrias literarias que se reconocen en valores de universalidad y de libertad creativa. Sólo escribiéndonos podremos dejar testimonio de cómo éramos y de cómo soñábamos que podíamos llegar a ser.

Este artículo fue publicado el pasado miércoles, 18 de febrero, en Pleamar, el suplemento de Cultura del periódico Canarias 7.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Santiago.

Redunda usted en la archiconocida visión de que es posible escribir desde el éter y al final adereza sus argumentos con unas gotas de universalidad.

Desde su visión, el concepto de tradición carece de sentido, puesto que lo importante no es desde dónde se escribe, ni las experiencias compartidas. Chéjov, entonces, no pertenece a la tradición rusa; Kant, por su parte, desde el éter de los hombres geniales, no debe nada a su tradición germánica de pensamiento, y Descartes, hombre pragmático donde los haya, podría haber nacido sin grandes cambios (que diría el hombre del tiempo), en Gran Bretaña, donde habría escrito "El Discurso del Método", tomando un brandy y en lengua inglesa. Sin grandes cambios, claro.

Me pregunto si alguna vez escribiría usted un texto similar sobre el Premio Cervantes, o sobre los Goya del Cine Español... ¿o quizá todo lo que ocurra desde Gibraltar hacia el Norte ya es territorio etérico sujeto a otras normas?

El Día de las Letras Canarias es un gran logro. Pero es fácil ponerlo en tela de juicio desde el éter. Donde hay quien cree que la literatura empieza y acaba con los autores nacidos en las Islas, como usted dice. Porque claro -se me olvidaba- ese es el gran problema que tenemos en Canarias: cientos de miles de lectores asaltan las librerías para llevarse libros de autores de las islas como Rafael Arozarena, Isaac de Vega, Leandro Perdomo, Antonio Lozano, Manuel Padorno, Marcial Morera, Alonso Quesada, Domingo Rivero, Alexis Ravelo, Cairasco de Figueroa... Ese es precisamente nuestro problema

Es usted un buen exponente de lo que el gran poeta Manuel Padorno llamó "La indefinición cultural canaria".

Y todo ello desde el éter...

Disculpe que sea tan duro con mis palabra, Santiago. Es que la realidad que usted desdibuja, lo es.

Moisés Morán dijo...

Yo creo que uno escribe porque quiere escribir, independientemente de que estés aquí o en Pekín. De verdad que desconozco que si uno estuviera en Madrid o Barcelona, tendría más oportunidades para alcanzar el éxito, lo cierto,como tu dices el verdadero escritor no renuncia a la literatura aunque tenga todo en contra. Lucent in Tenebris.

Editor dijo...

Estimado Agustín, nadie es duro cuando manifiesta su opinión desde el respeto y con argumentos. En ese sentido no tiene usted que pedirme perdón. De cualquier forma cada cual tiene derecho a opinar como quiera, y en mi caso, mi tradición literaria, y perdone que insista, es universal, y le debo tanto a Quevedo, a Flaubert o a Saul Bellow como a Alonso Quesada o a Luis Feria. Por eso no concibo las patrias delimitadas, y menos en la literatura. Pero ya digo que cada cual es libre de pensar como quiera. Eso sí, ya puestos a celebrar un Día de las Letras Canarias me parece increíble, tal como también manifestaba hace unos días el escritor Emilio González Déniz en un artítulo en Canarias 7, que el gran protagonista de esa fecha no sea Benito Pérez Galdós. No entiendo quién fue el lumbrera que prefirió el aniversario de la muerte de Viera y Clavijo que hoy se conmemora al de Galdós, sin duda el más grande escritor canario de todos los tiempos. Creo que este día nació gafado desde esa elección. ¿O acaso se rechazó a Galdós por ser tan universal? Y vuelvo a lo que decía en el artículo, y a lo que recuerda Moisés en su comentario: aquí lo único que vale es escribir, y da lo mismo que uno mire al Aconcagua o al Teide. Ya sé que opinar esto me va a crear alguna enemistad y más de un ninguneo oficial, pero a estas alturas me da lo mismo. Le agradezo su visita al blog y su discrepancia. Y disculpe mi bendita indefinición. La verdad es que no tengo nada claro, y mi pensamiento, como decía aquella canción de Aute, está siempre "de paso". Un abrazo.

Anónimo dijo...

Hola.
Pues yo soy más duro todavía. Santiago Gil me parece que hasta se ha quedado corto. Fuera tradiciones patrioteras y generacionales. Ya está bien de tanto intríngulis litrario que no nos lleva a ningún lado. Me importa un pimiento que mi patria sea un almendro como que Kant pasaba a la misma hora por determinado sitio. El pórtico para afrontar la literatura debe ser como mínico el que ha enmarcado en su artículo Santiago Gil. De ahí para atrás no quiero contarme ni que me cuenten.... Y en cuanto al día de las Letras Canarias sigo sin entender qué es lo que se celebra, como ni a dónde se quiere llegar con esto ni a qién le interesa celebrar este tipo de efemérides. Canarias literariamente muerta (no sus creadores, que padecen dentro de este cerco insoportable), bueno, qué digo muerta, está tiesa. Y los que han inventado esta efemérides pensando en no sé qué pajaritos premiados. Así que, señor Gil -amigo Gil- le ruego que la próxima vez sea más duro, no ande con contemplaciones.
Y al señor Bethencourt una frasecita: no creo que usted haya leído alguna vez a Chéjov pensando que era ruso; no quisiera pensar que usted me lee, o a Santiago Gil, o Alexis Ravelo pensando, o a mí (bueno, creerá que yo no existo, pero me da igual) pensando que soy canario. Si me elige a mí, o a alguno de estos compañeros o a otros con ese motivo central, le ruego que al menos de mí se olvide.
Esta no es mi patria, tampoco la del almendro.
Afectuosamente,
Antonio JP