Confesó todos los crímenes. Nunca hubo torturas ni premeditaciones o alevosías. En el juicio aseguró que mataba por la necesidad de oler el aroma incomparable de la melancolía que desprenden los finados antes de dar el último estertor.
2 comentarios:
Anónimo
dijo...
Es curioso cómo la fascinación por lo prohibido y deleznable atrae a tanta gente. Pero, como dices, los motivos son más bien sencillos, de pura raza. Esa búsqueda de las razones que lleva cada uno en su vida. Hechos alegres, menos alegres, inusuales...que conforman la existencia de cada uno. Por ello en el cine sacio esa necesidad que tiene tu protagonista de generar ese olor para poder disfrutarlo.
2 comentarios:
Es curioso cómo la fascinación por lo prohibido y deleznable atrae a tanta gente. Pero, como dices, los motivos son más bien sencillos, de pura raza. Esa búsqueda de las razones que lleva cada uno en su vida. Hechos alegres, menos alegres, inusuales...que conforman la existencia de cada uno. Por ello en el cine sacio esa necesidad que tiene tu protagonista de generar ese olor para poder disfrutarlo.
Un abrazo.
Me recuerda a Patrick Süskind en "El perfume"
Publicar un comentario