9 de marzo de 2009

Mujer

Somos distintos para soñar que podemos llegar a ser iguales. Lo que vale es el tiempo y el espacio que habitamos. No hay nada más. Todo lo que nos separe en derechos, oportunidades y proyectos de futuro está condenado a fracasar. Cada ser vivo es diferente, pero no por ello ha de imponerse uno sobre otro. Desde la diferencia hay que buscar la misma igualdad para todos. A estas alturas, por lo menos en el mundo occidental, o en lo que va quedando de él, tendríamos que tener claro ese planteamiento inicial. Sin embargo siguen apareciendo los carcas y los sietemachos de nuevo cuño, cada vez más jóvenes y más pendencieros, tratando de reivindicar su poderío con la violencia y el uso de argumentos medievales y sexistas. No podemos dormirnos porque el atavismo talibán lo llevamos grabado tras muchas generaciones pasadas en las que la mujer fue vejada y apartada de la cultura, la creación y hasta del derecho que tiene todo ser vivo a soñar con ser feliz. Sigue pasando en muchos países, y jamás debemos admitir una religión o un régimen político que menosprecie a cualquiera de los dos sexos. La pobreza de los países sin futuro, como escribía el otro día la periodista Teresa Artiles en este mismo periódico (Canarias 7, donde publico cada domingo lo que aquí programo para el lunes) a propósito de las muertes en Teguise, afecta sobre todo a la mujer, la más castigada cuando se juntan la sinrazón, el fanatismo y el hambre. Suben a las pateras sabiendo que no tienen nada que perder.

Hace unos días se presentó un estudio en el que se venía a decir que las mujeres tienen más capacidad de percepción de la belleza que los hombres. Ellas utilizan los dos hemisferios cerebrales para captar y valorar un cuadro, una sinfonía o un poema. Los hombres sólo nos acercamos a la belleza activando el hemisferio derecho. No creo mucho en esos estudios que a veces sólo buscan llamativos titulares en la prensa, pero en este caso comparto las conclusiones. En la literatura, por ejemplo, es la mujer la que más y mejor lee, y los que nos hemos criado en estas islas sabemos que fueron nuestras abuelas las que guardaron las pocas historias que hoy han llegado hasta nosotros. Cada vez que leo lo que escribo reconozco la cadencia y los ritmos que le escuchaba a mi abuela cuando, al llegar la tarde, comenzaba a desgranar todo un mundo maravilloso de sueños y de mágicos relatos que entonces no relacionaba con la literatura. Formaba parte de lo cotidiano. No sabíamos que nos estábamos escribiendo a nosotros mismos. A Dante le bastó cruzarse unos segundos con Beatriz en el Puente Vecchio de Florencia para escribir La Divina Comedia. Lo que parece intrascendente te puede cambiar la vida, y la mujer ha sabido siempre que todo empieza y acaba en la palabra. Cualquiera de ellas sabe que aún nos queda mucho para poder pronunciar, sin sonrojarnos, todos los sinónimos de igualdad.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Vivimos rodeados de hipocresía. A diario las mujeres tenemos que soportar actos o palabras llenos de machismo, en una sociedad donde solo se habla de la igualdad.
Gracia por este texto!!

Anónimo dijo...

Tienes razón, lo intranscendente va más allá de lo que uno puede llegar a ver. Cuando pienso en la mujer pienso en...un ser que jamás faltaría a la gran cena que el Universo tenga preparado para los seres que la habitan. Queda mucho camino por hacer en cuanto a la igualdad dicha en toda su amplitud. Pero más largo sería ese trayecto si nadie moviera un dedo por intentarlo.

Un saludo Santiago..Soy David, que un día en una parada de guagua después de salir de un encuentro contigo en el Gabinete Literario recordó algunos pasajes de un tiempo en Agaete. Te invito cuando desees al mundo donde escribo, más bien junto letras que ocurren en mi cabeza.

Editor dijo...

Hola David, cómo estás, qué bien encontrarte por aquí. He estado rastreando tus blogs y están muy bien. Recuerdo tu pasión por la literatura en aquel encuentro del Gabinete. Se notaba enseguida que eras un letraherido, y además pasado por el Agaete anterior al muelle, que era toda una enseñanza diaria de la belleza. Seguro que nos seguiremos leyendo por estos mundos virtuales. Ahora mismo añado tus blogs a mi lista de recomendados. Un fuerte abrazo.

Treinta Abriles dijo...

¡Quien sabe! Quizá en un mundo primitivo, dónde la supervivencia era una lucha cuerpo a cuerpo contra el entorno, en el que primaba la fuerza. Mientras el hombre cazaba, la mujer, esperaba criando a sus hijos y así inventó el lenguaje. Es por eso, que somos dueñas de las palabras.