25 de marzo de 2009

Salitre

No puedes adentrarte en el océano y salir indemne: la sal escuece siempre en los recuerdos.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Hasta que deja de escocer...

Editor dijo...

....pero la salmuera o salazón logra mantener en buen estado lo que estaba llamado a ser sólo podredumbre.

Anónimo dijo...

Al salir del agua siempre queda algo en nuestra piel. Deseo pensar que es lo bueno. Muchas veces, por desgracia, es algo malo.

P.D.: Fue todo un honor tus palabras ayer al encontrarnos. Por cierto, ya ves lo despistado que soy por la calle Triana. Es una delicia leerte.

Anónimo dijo...

Dice Galeano que abrazarse es protagonizar el prodigio de abismarse en otro cuerpo. ¡Pero qué rico es caer en ese precipicio indescriptible, donde, en lugar de desamparo y soledad, de vacío en el estómago, siente usted abrigo y compañía, porque otro corazón pega su latido al suyo, para que un pecho siamés reciba el empuje donde germinan los buenos sentimientos!
 
Y qué cosa es un sentimiento sino la partícula mínima de polvo cósmico que nos llena de luz cuando todo parece apagado, que carece de peso específico, porque su valor real está en la entrega de quien lo da a cambio de nada.
 

En la casa será necesario volver a las antiguas técnicas de conservación en salmuera, de modo que podamos texturizar y extender —¡vaya palabritas mágicas del reino de la soya!— aquellos alimentos de estación que hayan quedado vivos al paso de los vientos, «I- Ké», de paso, nos preserven, también, el bolsillo y el corazón.-
Tomado de www.juventudrebelde.cu)  

http://www.youtube.com/watch?v=VIRX69FD2m0

Anónimo dijo...

No solo mantiene en buen estado, sino que, como dicen nuestros abuelos, tiene propiedades curativas sobre las heridas.

Anónimo: gracias por esa canción.

Editor dijo...

Estoy de acuerdo contigo, David, es mucho lo que queda pegado para siempre a la piel cuando nos sumergimos en el océano (uno realmente se sumerge dentro de sí mismo).
Bella canción la de ese maldito tocado por los dioses que es Antonio Vega. Una vez más se tocan el cielo y el infierno, como en tanto poetas y en tanta gente que vale la pena. De esos viajes terroríficos, si se tiene la suerte de regresar, nacen muchas melodías y bastantes palabras imprescindibles.
Claro que cura las heridas, Fenix. Por eso seguimos volviendo siempre al mar. No olvides nunca que salimos de él, y que hubo un tiempo en que nosotros también fuimos sal.