25 de abril de 2009

El termo

No te han dado más de un mes de vida. Ni siquiera tienes tiempo de hacer todo lo que querrías haber hecho. Viajar, por ejemplo. Apenas cuentas con dinero para llegar a fin de mes y poder morir más o menos dignamente. Y ahora encima se te rompe el termo y te inunda toda la solana. Necesitas cambiarlo y comprar otro nuevo. No te apetece ducharte con agua fría los pocos días que te quedan sobre la tierra. Al final es eso lo único que te preocupa, más incluso que el cáncer. Si pagas el termo sí es verdad que te quedas sin blanca. Puedes tirar de la tarjeta de crédito, pero como luego aguantes más de un mes no sé cómo diablos vas a hacer frente al pago. En el hospital te internarán cuando ya no puedan seguir con el tratamiento ambulatorio. No has dormido en toda la noche pensando en el termo y en sus consecuencias. La vida se te sigue yendo con la misma insensatez y las mismas puerilidades de todos los años pasados. No ha variado nada tras el diagnóstico. Lo trivial nunca no se detiene. Así ha sido siempre. Y así seguirá siendo aunque tú ya no estés para verlo, ni para contarlo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Esas preocupaciones inútiles, pero tan necesarias para muchos, aceleran muchas veces un deterioro social. ¿Qué es lo importante? Una puesta de sol, la sonrisa de tu hija, la belleza de un momento que se nos presenta como un cuadro alrededor de nuestra piel...
Es difícil abstraerse de todo eso que gestiona el continuo día a día. Quizás algo cambie después de momentos tan difíciles como vivimos hoy en día. O quizás sea un sueño y lo que se ve es lo que será siempre...

http://www.youtube.com/watch?v=8CrYhSEmyKY&feature=related

Un abrazo Santiago.

Editor dijo...

Esa escena que recomiendas a través de youtube habla de lo esencial, de lo que debería interesarnos todo el rato, pero nos arrastran las hipotecas, las mediocridades y los telediarios. Me gusta mucho eso que escribes, "belleza de un momento que se nos presenta como un cuadro alrededor de nuestra piel..."
Y es verdad lo otro que comentas, yo soy de los que cree que esta crisis nos va a cambiar de arriba abajo, aunque nos daremos algunos batacazos más fuertes todavía, pero no podíamos seguir yendo hacia donde íbamos. Por mucho que digan, uno se encuentra a diario con gente que vale la pena, y será esa gente, cada uno en su pequeño entorno más cercano, la que ayudará a que la navegación vuelva a marcar como hoja de ruta los valores esenciales de la revolución francesa, el cuidado del medioambiente, la ayuda al que no tiene nada y esa necesaria apuesta permanente por la paz y por la palabra. Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Tenemos una civilización obsesivamente letal, queda por cumplir la mayor proeza de la humanidad.
La modificación de la conducta humana, porque lo que transforma un objeto cualquiera en un arma ofensiva, no es su capacidad de herir, sino el odio que mueve la mano que empuña dicha arma.

http://www.youtube.com/watch?v=M9lO3H83Aak

Beatriz Sy dijo...

En la rutina de la vida, nos metemos en una dinámica de valores un tanto extraños. Se olvida la esencia y vamos deteriorando hasta puntos insospechados.

Editor dijo...

La civilización a veces es letal, Anónimo, pero entonces es cuando nosotros tenemos que tratar de ser pretenciosamente eterno, o fingir que lo somos para que no nos hieran. Es cierto, Fénix, se olvida la esencia y nos desnortamos. Todo ese desnortamiento nos ha llevado al caos. Pero la salida existe. Hemos de partir de lo mejor de cada uno de nosotros.