1 de abril de 2009

La catedrática Woolf

Cada tarde la veo sentada en un banco de la plaza. A veces le echa de comer a las palomas. Me dijeron que es una catedrática de griego jubilada que se ha vuelto loca y que vive con más de veinte perros y otros tantos gatos en una casa ruinosa y mugrienta que jamás visitan sus hijos ni sus nietos. Cuando no está taciturna y aliquebrada, y como sin ganas de vivir, le gusta hablar en griego a las palomas. Su vida es triste, y da mucha pena verla llegar cada tarde envuelta en harapos y oliendo tan mal. Quien la vio reinar en las aulas y vio a sus hijos correr tras ella por los pasillos de su casa nunca se podría llegar a creer que se trata de la misma mujer que se sienta cada tarde en el mismo banco de la plaza. Su marido murió hace diez años y dicen que desde entonces no levanta cabeza. Nadie pudo imaginar nunca que podría acabar así. A mí me da mucha pena escucharla declinar en griego cuando los niños le tiran piedras o bolsas de agua con esa maldad sádica de la infancia que siempre acaba maltratando a los más débiles. A pesar de su aspecto descuidado todavía se nota que en su día tuvo que ser una mujer muy guapa. Su marido y ella eran inseparables.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Son esas personas con tanto que contar, y que casi nadie las escucha. No sólo fueron importantes, sino que lo siguen siendo. A vecs me pregunto si merece la pena luchar en su tiempo por todo ello, cuando nadie reconoce los héroes o heroínas que vagan por este mundo. Pero al final, eso merece la pena.

Un abrazo sin olvidos Santiago.

Rosario Valcárcel dijo...

Añoranzas, enfermedad o melancolía...
¡Qué pena que una vida llena, acabe sin tener conciencia!
Un abrazo apretado. Rosario

Lunática dijo...

Los vagabundos y las personas ancianas son dignas de mi mayor devoción...

Editor dijo...

Tienes razón, David, siempre son importantes porque están vivas y porque además habitan los sueños más cerca que nosotros, con todas sus consecuencias. También yo soy de los que sienten devoción por ellos, Lunática. Qué bien que visites este foro, Rosario, bienvenida.

Treinta Abriles dijo...

¡Qué penita estas historias!

Alhucema dijo...

Es un bello escrito, Santiago. Y, es curioso, una cosa parecida me inspiró la introducción de mi libro de relatos: "Espíritus líquidos".

"En el parque, una mendiga amamanta palomas con migas de pan rancio, pezones dorados que los pájaros picotean.
La soledad acompaña el zureo de las aves en la tarde. Planea el silencio y la verja del parque, como dueña y señora del recinto, lo acuna entre sus brazos de hierro forjado.
Mientras la mendiga busca palabras de compañía en un viejo y descolorido libro de cuentos, su desamparo las transforma en espíritus líquidos..."

Un saludo y te sigo leyendo,

Inma

Editor dijo...

Estoy con Vila-Matas en que la literatura hay multitud de pasillos que se comunican y se entrecruzan. Al fin y al cabo vemos una realidad similar y nos acercamos a libros que también la han ido viendo a lo largo de los siglos. Lo bueno es coincidir, cada cual con su belleza, con sus palabras y con sus desgarros. Me ha encantado tu escrito, Inma. Un abrazo.

César Socorro dijo...

Es triste acabar oculto tras las arrugas de la vejes, donde nadie te ve como realmente eres. Volver a menudo, me gusta como describes tus relatos. Gracias.

Editor dijo...

Hola Ismed, bienvenido. Tienes unos microrelatos muy buenos en tu blog. Te he añadido a mis blogs recomendados. Un abrazo.

Miranda dijo...

Santiago:
Irremediablemente las asociaciónes me encaminan a este rincon nordico,magistral por su mitologia,triste por su largo invierno y mi poesía se desliza,derrama una lágrima,se enternece y pienso en este silente exilio y evoco a la catedrica Woolf.Incierto mi futuro y sin embargo sueño y vivo.
Un honor participar en tu mundo...