19 de mayo de 2009

Casi todo es mío



Casi todo es mío. Antonio Jiménez Paz
Ediciones Baile del sol. 85 páginas. 10 euros

La poesía de Antonio Jiménez Paz no sólo ha sido escrita para ser leída. Uno roza la emoción en muchos de sus versos y se deja llevar por esa alquimia que tienen las palabras cuando alguien las ha sabido rescatar del deterioro cotidiano. Los versos de Casi todo es mío invitan a la reflexión y a la búsqueda de nosotros mismos más allá de las metáforas. Hay un empeño por buscar sólo lo esencial, toda esa fuerza que contiene la palabra desnuda y la sentencia concisa y repensada en imprescindibles fogonazos de clarividencia. No es fácil llegar a la orilla en la que se está escribiendo la poesía de Jiménez Paz. Uno sólo llega a la sencillez cuando ha sabido despojarse de todo lo sobrante. Hay mucha poesía escrita antes de este libro, muchas lecturas y muchas miradas diarias sobre lo que los otros suelen pasar de largo. De entrada, está la mirada a sí mismo, y por extensión a cada uno de nosotros. Por eso nos reconocemos luego en sus versos y en el espacio que queda en blanco entre un poema y otro poema. Ese salto de página nos va rescribiendo también a nosotros.

“Todo está inventado/excepto yo”. El poeta se busca y se reconoce sólo cuando se asoma al vacío del poema. Cada nuevo día aparece otro en cada palabra que se elige entre las miles de palabras que nos podrían haber escrito. “Y éste el enigma:/cómo escribirme que yo no escriba,/dónde escribirte que nadie lea.” Otros deciden quedarse para siempre en lo que escriben. Antonio Jiménez Paz va más allá, no se queda sólo en la pulsión que te lleva a escribir sobre un papel. Él sabe que el proceso es mucho más complicado, tan complicado y tan enigmático como nuestra propia existencia: nos reconocemos en sus versos porque él también afronta nuestro propio enigma. “¿Qué olvidar?/En el olvido/estoy acurrucado”. Asume nuestra condición azarosa y mortal, busca el verso desde ese olvido que paradójicamente nos alienta a que escribamos para no quedarnos sólo en un amasijo de carne y hueso que trabaja más de ocho horas cada día.

Un poema no cambia el mundo, pero sí nos ayuda a ponernos en el lugar que nos corresponde. Y también evita que nos desboquemos en una carrera frenética por los caminos que trazan los otros. El poeta pone los versos que nos faltan para que no caigamos del todo en el pozo de la mediocridad. No es la poesía aquel exagerado griterío de rimas y declamaciones hiperestésicas que tanto daño ha hecho siempre a la propia poesía. Uno, cuando lee un poema, sólo aspira a reconocerse en cada verso. “Amo el fin./ Mientras el lápiz escribe/ me consumo.” Ese lápiz que se desgasta en las palabras que se van trazando en el papel no hace más que escribir al poeta Jiménez Paz. No hay doblez. No se inventa nada. Por eso lo reconocemos y nos reconocemos en casi todos sus versos.

El próximo jueves, 21 de mayo, a partir de las 20:00 horas, Antonio Jiménez Paz presenta su último libro de poemas en la sala de Ámbito Cultural, en El Corte Inglés de Las Palmas de Gran Canaria. Estará acompañado por la poeta Tina Suárez Rojas y el novelista Luis León Barreto.

1 comentario:

josé luis dijo...

Las palabras y la labor del poeta que reune en unos versos, trozos de vida, vibraciones de un alma que canta o gíme ante la búsqueda y el encuentro de si mismo, de la esencia del ser humano. Como dices, llega a la sencillez tras despojarse de lo que sobra...Esa es la difícil papeleta que solo consiguen resolver unos pocos...
Habrá que acercarse a su lectura.