1 de mayo de 2009

Primero de Mayo (Madrid 2002)

Atrás quedan las banderas,
lejos ya en la memoria y la distancia,
papeles rojos, blancos y amarillos,
lluvias de celofán y celulosa
que el viento hace girar
sobre las torres grises de una iglesia,
indiscreta entre moles de cemento.
En sordina, como un eco inacabable,
se han quedado resonando consignas,
rudimentarios pareados improvisados,
temblores corales de himnos de otros tiempos.
Todo está perfectamente organizado
en este remedo de pseudo revolución primaveral,
los operarios del servicio de limpieza
van justo detrás de los manifestantes
con máquinas, cepillos y grandes bolsas de basura.
Los papeles cargados de arengas encendidas,
y también las tres o cuatro banderas rojas olvidadas,
irán a parar de nuevo a Valdemingómez
junto al resto de los detritus cotidianos de la urbe.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Así es, nada importa ya. Los trabajadores de ahora han conseguido el biniestar que otros reclamarón; hacen caso omiso a los tambores de la crisís, que como dicen es global, parece que queda lejos, que no nos afecta. Hemos estado como la cigarra, sin hacer caso a la hormiga, pensando que todo seguira igual. Esperemos que esto quede en nada.