5 de junio de 2009

Correcciones

La corrección de textos se termina pareciendo a un homicidio con premeditación y alevosía.

4 comentarios:

josé luis dijo...

Muy acertado. Pulir, dar esplendor...tiene algo de matar al mensajero...

Juanjo dijo...

Buenas maestro.

Me ha resultado curioso leer esta máxima porque yo tengo que reconocer que si no revisara los textos, sería un completo desastre. El teclado del ordenador y yo no nos llevamos muy bien y los gazapos son frecuentes y monumentales. Más aún cuando la v y la b están tan juntitas en el teclado. Quizá se pueda escribir "El valón golpeó a la bela y la tiró al suelo" Uf, ¡duele hasta la vista ver eso!

Pero en una cosa sí estoy de acuerdo. Como revises para modificar una idea, el resultado jamás será el mismo y, por supuesto, será más artificial y menos emotivo.

Gracias.

Anónimo dijo...

Esa primera escritura, aunque muchas veces no lo parezca, es la realmente meditada. Evoca sentimientos muy profundos.

http://www.youtube.com/watch?v=5BIakRTq25E

Un abrazo Santiago.

P.D.: Me honran las palabras que me dedicas. El libro no es sino una plasmación de pensamientos que me llegan. Y tuve la gran suerte de que confiaran en mí para llevarlo a buen puerto. Y sobre todo me honra por lo mucho que admiro tu trabajo. Siempre te seguiré.

Editor dijo...

Sí, José Luis, más tarde o más temprano, siempre se acaba matando al mensajero. Por eso hay que dejar muchas palabras que se salven o se queden por el mundo dando guerra.

El resultado nunca es el mismo. Cada vez que leemos un texto le damos un sentido diferente. Incluso cuando leemos textos de otros que nosotros no podemos corregir. No estoy de acuerdo en la pérdida de la emoción. Cuando le quitas lo que sobra a una frase gana en grandeza y hondura, sobre todo porque te vas acercando a los sencillo.

NO me tienes que agradecer nada, David. Estás en el buen camino, ese libro te llevará a otros que te harán crecer. Tienes un fuerza tremenda. Adelante. No desaproveches ni una sola de tus palabras. Blade Runner siempre es un buen camino de regreso para desempolvar lo que vale la pena. Y esa escena que enlazas es de las imprescindibles.