Hay ciudades en los que, sus monumentos, siguen observando, con frialdad, los mismos viejos solitarios que sea acompañan de tres o cuatro perros famélicos recogidos en la calle.
Tu mano recoge de mi piel el tiempo, incansable borra todo viejo amor y regresa de la caricia como una alondra que se debate en lo oscuro sin encontrar la luz de la mañana Después, serena mi cabello en algún odio enmarañado y llama a esa niña que enciende sus ojos con tu boca y reza silencios cuando los labios se acercan a tu nombre.
Y otra vuelta más: Hay lluvia y sol que recuerdan a esos monumentos que no son los únicos que observan a los mismos viejos solitarios que sea acompañan de tres o cuatro perros famélicos recogidos en la calle.
Magnífica idea y perfecto complemento lo que proponen Bea y David. las historias nunca se cierran, ni siquiera con un punto y final están acabadas. A veces es justo ahí donde comienzan Bello poema, anónimo.
Los tiempos, José Luis, cambian y, sobre todo, como cantaba el maestro Dylan, están cambiando. Un abrazo.
5 comentarios:
Una vuelta más:
Hay ciudades en los que, sus monumentos, siguen observando, con frialdad, los mismos viejos solitarios que sea acompañan de tres o cuatro perros famélicos recogidos en la calle.
Un clasico maestro.
http://www.youtube.com/watch?v=6NTozy51AY0
Tu mano recoge de mi piel el tiempo,
incansable borra todo viejo amor
y regresa de la caricia como una alondra
que se debate en lo oscuro
sin encontrar la luz de la mañana
Después, serena mi cabello
en algún odio enmarañado
y llama a esa niña que enciende sus ojos
con tu boca y reza silencios
cuando los labios se acercan a tu
nombre.
Y otra vuelta más:
Hay lluvia y sol que recuerdan a esos monumentos que no son los únicos que observan a los mismos viejos solitarios que sea acompañan de tres o cuatro perros famélicos recogidos en la calle.
http://www.youtube.com/watch?v=Qud3Gd1HEDE
Un abrazo Santiago.
Tal vez, nos recuerdan que los tiempos no cambian tanto. A pesar de los avances...
Magnífica idea y perfecto complemento lo que proponen Bea y David. las historias nunca se cierran, ni siquiera con un punto y final están acabadas. A veces es justo ahí donde comienzan
Bello poema, anónimo.
Los tiempos, José Luis, cambian y, sobre todo, como cantaba el maestro Dylan, están cambiando. Un abrazo.
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