Para ganar la batalla frente el resto de espermatozoides se valió del engaño y de la mentira, y así fue como logró convertirse en el tierno bebé que era el orgullo de sus abuelas y la esperanza de sus padres. Pero todo era una cuestión de tiempo: nunca dejó de ser el mismo gusano cabrón que había venido al mundo de una forma dolosa.
2 comentarios:
Siempre he pensado algo así. ¿Tendrán su propio universo paralelo los espermatozoides y los ácaros del polvo? ¿Y si ese universo forma parte del nuestro propio, variándolo sin que lo sepamos?
Pero qué ocurrente!, muy bueno.
Saludos.
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