11 de agosto de 2009

En el parque

No confundas la lujuria con los versos
ni me cantes las canciones tristes
de tus abuelos malevos de tango y arrabal.
No improvises notas de jazz desgarradoras
para justificar la ausencia y la derrota,
y si te sientes como si estuvieras muerto,
fuera de esta escena grotesca y cotidiana,
puedes aprovechar para llevar a los niños al parque
y remarte de paso en los columpios llenos de herrumbre:
les darás una alegría a ellos
y a tu espíritu un motivo para volver a la infancia,
porque es mentira, ya va siendo hora de que lo entiendas,
que siempre haya de ser dramático el fracaso.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La realidad de Orestes implica la de las Furias,
y así como en el teatro de Shakespeare la fuerza del destino se cierne
sobre el héroe, también en la obra de Lorca la libertad individual es una
utopía frente a los designios del destino; las Parcas están a la espera del
alma de Macbeth así como Leonardo y la Novia son guiados por la
Mendiga y la Luna al encuentro con la muerte. No es posible concebir a
Edipo sin una esfinge, ni a Hamlet sin un espectro, ni a las obras trágicas
de Lorca sin esa fuerza sobrenatural que se asienta en los asuntos humanos
y configura las acciones.

http://www.youtube.com/watch?v=9OBjdOHtAWA

Editor dijo...

Bello. Quien puediera estar debajo de ese árbol oliendo a membrillos toda la vida. Como aquel sol del membrillo maravilloso que enseñara Erice de la mano del genial Antonio López. Un abrazo