20 de octubre de 2009

Aprensiones

Había en la playa de mi infancia una parte en la que jamás nos bañábamos. Una vez vimos cómo sacaban el cadáver de un ahogado de entre las aguas de esa zona de la costa y desde entonces nos alejábamos todo lo que podíamos de aquellas rocas que habían integrado nuestro pequeño paraíso estival. Los mayores y las comadres del lugar decían que allí quedarían para siempre las burbujas de aquel ahogado. Han pasado casi cuarenta años y todavía soy incapaz de adentrarme en esa zona de la playa. Los que crecieron conmigo también mantienen las mismas aprensiones. No nos decimos nada por no desenmascararnos y reconocernos supersticiosos y atados a esotéricas leyendas populares que pondrían en duda nuestra reputación de hombres y mujeres de mundo.

2 comentarios:

Treinta Abriles dijo...

Cada aprensión, tiene detrás un miedo. El miedo, nace del instinto de supervivencia, el más primitivo.

En psicología, la rata más lista, no es aquella que aprende que no debe accionar el dispositivo que le provoca descargas, si no, aquella que concluye lo mismo con sólo mirarla.

Editor dijo...

Pero muchos de los miedos que hoy vamos acumulando se alejan de ese instinto de supervivencia inicial. Hay que intentar dejarlos de lado, y sólo afrontarlos cuando se hagan realidad; pero casi siempre vivimos en el anticipo de un temor que pocas llega.