27 de noviembre de 2009

El ciclista

Pedalea cada mañana en la bicicleta estática con los ojos cerrados. A veces viaja al pasado, a lugares que ya no existen, y otras se sueña recorriendo paisajes paradisíacos en los que nunca ha estado. También alza la mano cuando imagina que llega a alguna meta o que corona un importante puerto de montaña. Nadie le observa, y todo lo más se acompaña con algo de música clásica o de jazz. Son sus cuarenta minutos de gloria diaria. Gracias a esos viajes y a las endorfinas que genera mientras suda sobrevive.

3 comentarios:

Elisa Rodríguez Court dijo...

Voy a intentar escribir un comentario. Acabo de añadir tu blog a mi listado. Gracias por incluir el mío -el proyecto del mío, porque aún no me entero- en el tuyo.
Después de pedalear un rato contigo en la bici estática, recordé un concepto acuñado por Enrique Vila-Matas en uno de sus libros: "viajero inmóvil".
Un abrazo,Santiago.

Anónimo dijo...

Durante una época de mi vida, a mí me pasaba igual. En los treinta minutos de autobús, camino del instituto, guardaba silencio con mi cara pegada al cristal, soñando que viajaba lejos, al lado del chico del que estaba enamorada. Creo que sonreía, abstraida del mundo, feliz, alejada de la realidad que de noche, me había hecho llorar.

TreintaAbriles

Editor dijo...

Lo de "viajero inmóvil" de Vila-Matas es para quitarse el sombrero. Bueno, hay que descubrirse ante la genialidad de casi todo lo que escribe
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Qué bello que has escrito, Bea. Un abrazo