4 de noviembre de 2009

La firma

Al final vale más nuestra firma que nuestra palabra. De un garabato que uno inventa una tarde aburrida de la adolescencia depende la mayor parte de nuestros movimientos burocráticos, bancarios y oficiales.

2 comentarios:

Treinta Abriles dijo...

No hace tanto, un apretón de manos era suficiente para dar por zanjado un trato.

Pero las personas tienen una memoria muy débil, por eso necesitan de documentos escritos. Y de firmas. Aunque sean fácilmente falsificables.

Editor dijo...

Falsificable y mendaz. Por mucho que digan los grafólogos no tiene nada que ver con nosotros.