26 de agosto de 2010

La noche de los tiempos

Hay novelas que justifican una vida y también hay vidas que se justifican en una novela. Creo que Muñoz Molina ha logrado escribir su novela total, la que recoge lo mejor de toda su producción anterior y la que, al mismo tiempo, ha conseguido contar un suceso determinante de nuestra historia sin fanatismos y sin posicionamientos interesados. La noche de los tiempos es la historia de Ignacio Abel y también la de todos aquéllos que quieren vivir la vida moderadamente felices. Son casi mil páginas de narración en donde nos adentramos en la vida diaria de los años previos a la Guerra Civil española, en sus momentos más convulsos y en las consecuencias de quienes perdieron, que fueron muchos y que casi nunca salen en los manuales de historia por no estar resguardados en los radicalismos de ningún bando. Podríamos decir que estamos ante una novela galdosiana, decimonónica, pero con los mimbres de la novela moderna y con un uso prodigioso de un lenguaje y de un tono que engancha y que ayuda a que te adentres en la trama casi sin que te des cuenta. La noche de los tiempos es uno de esos libros que se acaban colando entre tus propios recuerdos, un libro que en el que el amor, la hipocresía, la incongruencia, el azar o el desencuentro se aparecen como se aparecen en la vida de cualquiera de nosotros. Creo que estamos ante una de las mejores novelas españolas de todos los tiempos. Hay algunos que dicen que le sobran páginas. Para mí no sobra nada; tampoco falta. Queda esa mirada limpia al pasado, la aproximación sin ajustes de cuentas y sin pasiones que cieguen lo que no se quiere ver para no cuestionar nuestras propias convicciones. Vale la pena entregar unas horas de nuestra existencia a esta noche que parece lejana y que, sin embargo, se aproxima, con otras caras y otros protagonistas, a nuestro propio presente.

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