15 de noviembre de 2010

Solo

He dejado que pasen los días y las nuevas recomendaciones ortográficas antes de sentarme a escribir sobre los acentos de solo. No soy de los que niegan los avances ni de los que defienden la complicación de idioma. De lo que se trata es de comunicarnos correctamente, y yo creo que en eso los académicos se confunden y no atienden a las voces de la calle. Las reglas ortográficas y los diccionarios siempre han ido por detrás de quienes hablan el idioma y lo enriquecen con nuevas aportaciones. Supuestamente ellos limpian, fijan y dan esplendor a las palabras desde sus asientos con mayúsculas y minúsculas en la Real Academia; pero lo que luego escribimos quienes no nos sentamos en cojines decimonónicos se parece poco a lo que recomiendan. Yo soy más del María Moliner que del diccionario de la Real Academia. El primero se adapta mejor a su tiempo y no trata de ponerle puertas a ese campo fecundo que es la palabra. El otro, el que estudiamos en el colegio, es casi siempre inmovilista y vuelve rancio lo que nació del milagro de la comunicación entre los seres humanos.

Llevaba tiempo notando que solo ya no se estaba acentuando. Incluso en un proyecto editorial me sugirieron que quitara el acento porque ya no tenía ningún sentido. Ahora esa recomendación inicial se ha vuelto norma con la nueva ortografía de la Lengua Española. Dejan el acento de solo a la voluntad, como si fuera un mendigo pidiendo guita por la calle. Los acentos de solo fueron los que aprendimos con más facilidad en el colegio: se acentuaba siempre que lo podías sustituir por solamente. El otro solo, el de compañía, no se acentuaba nunca. Aquellos maestros vocacionales nos lo dejaron claro desde los doce años. O eso creíamos. Ahora llegan cuatro enterados de la caja del agua y nos desmontan el tinglado. Pongo un ejemplo: Yo estaré solo en la orilla de la playa. Con esa frase puedo dar a entender que voy estar solamente en la orilla o que voy a estar solo, sin nadie alrededor, lejos del mundanal ruido y de los académicos. Si no pusiera acento no sé cuál de las dos expresiones entenderían ustedes. Por tanto no entiendo a qué viene ese cambio que sólo contribuirá a que nos confundamos aún más en el uso de nuestro idioma. Yo particularmente me siento mucho más solo desde que sé que la soledad ya no es una cuestión de acentos sino de interpretaciones. Puedes estar desesperado escribiendo poemas en los que recuerdes que estás tan solo como aquellos barcos de Neruda cuando atracaba la tarde, y sin embargo los que te lean pueden pensar que lo tuyo equivale a un solamente sin importancia. No se puede quitar un acento así como así. Ya todo a nuestro alrededor es ambiguo y complicado. Esta estúpida e irreverente recomendación sólo puede entenderse desde el sinsentido. Ni limpia, ni fija, ni da esplendor.

1 comentario:

Distintos dijo...

Apoyo lo que dices y no te sientas solo porque sólo los que no conocieron aquellos excelentes maestros de nuestra infancia, se comerán la uñas dudando si ponen o no ponen el acento. Los demás, seguiremos acentuando con total seguridad. Saludos