27 de diciembre de 2010

El pensador

Se lo cuento porque lo vieron estos ojos. Yo creía que ya lo habíamos conseguido, pero le juro que estaba allí, nada menos que en medio de Triana, en Navidad, que es cuando más gente pasea por esa calle, y no le tiraban piedras ni se reían de él. Ya sé que le resulta extraño, pero se lo tenía que contar. Efectivamente, estaba pensando, con la mano en la barbilla y como concentrado en cualquiera de esas ideas que nos pueden echar abajo todo el montaje. Ya me dirá usted si quiere que haga algo. No, los paseantes, además de admirarlo y de hablar elogiosamente de sus formas, sacaban fotos y les decían a sus hijos que ese era el camino, el pensamiento, imagínese usted, todos esos niños recibiendo ese mensaje tan peligroso. No se enfade, se lo ruego, son cosas que pasan, ya verá que en unos meses los volvemos a atontar nuevamente y se olvidan de ese pensador de las narices. Déjelo en mi mano que yo sé lo que me hago.

Sigue ahí. He podido averiguar algunos datos. Es de un tal Rodin. Lo creó hace años. También está en París, en el jardín del museo que lleva el nombre del artista, y es una obra que siempre ha sido importante en el mundo del arte. La verdad es que estamos teniendo mala suerte. Entre el arte y el pensamiento la gente va a despabilar y nos va a echar abajo el tinglado. Pero no todo es negativo. También está lo del Informe Pisa. Estamos consiguiendo que los niños y los jóvenes canarios cuenten con el nivel más bajo de comprensión lectora de toda Europa. Por fin le veo sonreír. Claro, yo pensé lo mismo que usted, si no entienden lo que leen los podremos manipular como queramos en un par de años, por eso le digo que ese pensador no va a conseguir nada. Los tenemos controlados. Y lo mismo que digo entender digo decidir. Serán como autómatas y actuarán según lo que les ordenemos. Trabajarán dieciséis horas diarias y cobrarán la mitad de lo que cobran ahora sus padres. Usted déjelo en mi mano. No, no puedo acabar con ese Rodin porque ya murió hace muchos años. Yo tampoco puedo saber si cinceló esa escultura pensando en Canarias, en nosotros y en la calle Triana. Ya sabe usted que a veces los artistas son un poco proféticos, pero de ahí a deducir que esa obra estaba pensada para hacer reaccionar a los canarios dista un abismo. Claro que ahora tengo que darle la razón. Se han puesto a pensar. Yo creía que habíamos hecho un buen trabajo y que teníamos todo controlado, pero estos tipos han reaccionado y están pensando todo el santo día. Ya me dirá usted qué hacemos. Si se ponen a pensar estamos perdidos. Siempre le dije que había que acabar cuanto antes con el arte y con los artistas. Parece que no mojan pero al final son los que terminan empapando todo lo que creíamos a salvo. La mano en la barbilla y un gesto reconcentrado. Ya lo dijo otro francés mucho antes: piensan, luego existen. Estamos perdidos.

No hay comentarios: