1 de noviembre de 2011

Límites

Nadie conoce sus propios límites. Ningún texto está escrito hasta que no trazas las palabras. A veces, cuando empiezas a apretar las teclas del ordenador, compruebas que lo que pretendías luminoso sale sombrío, o que lo que iba para tragedia se termina convirtiendo en un sainete desternillante. La vida también es una sucesión interminable de intentos que no siempre nos llevan adonde queríamos. Si no fuera por esa aventura en la que no sabes qué te va a deparar el próximo segundo todo esto sería aburrido, previsible y monótono. Hay encuentros que justifican toda una existencia. Por eso tenemos que dejarnos llevar cuando parece que todo se vuelve hostil a nuestro alrededor. No olvides nunca que sigue habiendo miles de orillas donde poder instalar tu propio paraíso

1 comentario:

Distintos dijo...

Y la orilla de tu propia costa, que te aisla y te protege..