1 de diciembre de 2011

Fondos


Cuando te sumerges en el fondo del mar viajas de inmediato a un pasado que no conociste pero que reconoces atávicamente en las rocas y en los ojos de los peces. El mundo no solo es superficie, autopista o centro comercial. Mucho más abajo, el silencio abisal de los océanos escribe un argumento que se parece poco al histerismo y al ritmo alocado de los que pisamos la tierra. En esos escenarios profundos y lejanos se gestó nuestra propia historia, allí fuimos esporas y dejamos de ser nada para empezar a convertirnos en seres humanos. El mar fue la placenta que alimentó nuestros primeros sueños, aquellas utopías que imaginaban los que salieron fuera persiguiendo otras dimensiones como quien sale de un planeta aventurándose al abismo. Otros se quedaron y han seguido millones de años sin abandonar ese útero profundo e infinito que solo limita con el cielo. Cada espora tomó su propio camino, pero la que derivó en ser humano debería conservar la memoria para no descuidar los paraísos que habitó un día.

Ahora queremos volver plantando esculturas entre los corales, las estrellas de mar y esos pulpos que nos miran asombrados cuando nos ven llegar con gafas, tubos y caras de exploradores de documental. En la costa de Sardina de Gáldar están planteándose un museo de esculturas submarinas que vuelva más hermoso ese hundimiento que nos devuelve a un ayer remoto en el que aún podíamos respirar debajo de las aguas. Conozco los fondos de Sardina porque fue por las costas del Norte por donde aprendí a nadar y en donde me adentré por vez primera en esos fondos a los que siempre regreso metafóricamente o con las gafas y el tubo cuando dejo de entender lo que acontece en la superficie. La idea me parece genial si se respetan las formas que ha ido cincelando el océano en las rocas, y si los artistas que participen consiguen interpretar el espacio sin la prepotencia del conquistador que quiere dejar su huella arrasando todo lo existente. Esas esculturas, además, estarían en manos de las aguas y del tiempo. Nunca serían exactamente las mismas. Las algas, las sebas o los mejillones que se posen en esos materiales también irían cambiando los contornos y coloreando lo que veríamos en cada inmersión. Igual las viejas, los sargos y las morenas tardan un poco más en asumir esos cambios en sus escenarios cotidianos, pero peor asumen el descuido, los vertidos incontrolados y la mano del hombre tan dada al destrozo y tan poco respetuosa con la naturaleza. Aquí estamos hablando de arte, de querer contribuir a la belleza en medio de lo bello. Y además sabemos que en el mar nunca hay dos miradas idénticas. Lo efímero y lo eterno se confabulan con la brisa y con nuestro propio pasado que aún anda rebuscando en la playa. Solo escuchando las olas nos sentimos a salvo.

2 comentarios:

Ignacio Santana dijo...

Hola Santiago!!!...me encantó charlar esta mañana contigo sobre fotografía y, sobre todo, conocer tu blog...será un placer seguirte desde hoy mismo y comenzando por estos "Fondos" que también tengo el privilegio de conocer.

Totalmente de acuerdo contigo...con respeto y armonía puede ser una apuesta atractiva y diferente, por una vez, para que podamos seguir disfrutando de esa incomparable sensación de tranquilidad.

Un abrazo!!! ;)

Editor dijo...

Lo que sí que es un lujo es posar la mirada en tus fotografías. Invito a todos a que no se lo pierdan: http://ignaciosphoto.blogspot.com/