16 de enero de 2012

Botones


Los botones no dejan pistas.
Siempre aparecen huérfanos,
tirados por el suelo,
o guardados supersticiosamente.
Casi nunca vuelven al mismo sitio.
Los botones me recuerdan mis días,
y me recuerdan a mí mismo.
Solos, a merced de la suerte,
pendientes de que alguien los cosa
o de que los tiren definitivamente a la basura,
esperando un milagro que no llega,
o a ese nuevo ojal que les enganche a la vida.


4 comentarios:

Tino Cabrera (Taller de escritura) dijo...

Ningún botón nace sujeto.
Sí, es cierto, con color y forma definida; pero suelto.
Sólo retorna a su realidad primigenia tras un golpe de suerte: un descosido.
¡Díme, botón!:
¿Libre en la basura o preso en la camisa?

Editor dijo...

Así es, Tino, la libertad y la prisión es siempre tan relativa como la vida misma. Un fuerte abrazo

Germán Hernández dijo...

Me ha encantado este poema, no sé por qué me recuerda Trilce de Vallejo

Saludos!

Editor dijo...

Hola Germán, te recuerda a Trilce porque Vallejo fue uno de los poetas que más leí entre los dieciocho y los veinte años. Los heraldos negros (en la edición de Losada de los años sesenta) era un libro que me sabía de memoria. Todo queda (también Antonio Machado fue clave entonces), pero quedan especialmente las primeras lecturas. Al cabo de muchos años, aquellos versos y aquellas voces se hacen escuchar en todo lo que vas escribiendo. Un fuerte abrazo desde el otro lado del charco.