17 de enero de 2012

La biblioteca y los pronombres personales


Una biblioteca es un planeta propio que uno habita sabiendo que está a salvo entre millones de palabras. Cada libro que hemos leído forma parte de un tiempo y de un espacio que nadie más ha vivido como nosotros. Todos esos tiempos y todos esos espacios son los que sacralizan un lugar y casi lo convierten en un ser vivo. Cuando ya no estemos, quedarán nuestros sueños atrapados en argumentos o frases que fueron cambiando diariamente nuestra existencia. Quien no lee se está perdiendo una de las fiestas más grandiosas de la vida. Los que no se acercan a los libros no han tenido la suerte de que alguien les contagiara una pasión que solo puede ser leída. Cada libro nos lleva a una ciudad, a una casa, a una cama, a una guagua, a una playa, a un amor de verano, a una vigilia en un hospital, a la sala de embarque de un aeropuerto, a una estación de trenes, a noches incomprensiblemente insomnes, a días sorprendentemente luminosos, a viajes lejanos, a montañas que veíamos cuando levantábamos los ojos de las páginas, a gente que ya no está entre nosotros o a miradas con las que nos tropezamos solo unos segundos y que quedaron unidas a alguna de las frases del libro que teníamos en ese momento entre las manos. Cuando te acercas a tu biblioteca y recorres los títulos que conservas vas haciendo un viaje astral y literario hacia ti mismo, un viaje que puedes renovar cuando quieras añadiéndole nuevos espacios y nuevas presencias. Nadie reacciona igual a la palabra amor o a la palabra pena. Ni siquiera un pronombre personal sugiere lo mismo a dos lectores diferentes porque tú y él nunca serán la misma persona. Ni yo, ni ninguno de nosotros. Todo queda en lo que vamos leyendo. Ahí la vida sí es verdad que es única y que pertenece por entero a cada uno. La vida, y también los sueños.


3 comentarios:

Preste Juan dijo...

En Japón era costumbre (y supongo que seguirá siéndolo) permanecer en silencio cuando terminaban de ver, por ejemplo, una gran película. Era el mayor símbolo de respeto y admiración.
Desgraciadamente, un comentario en blanco no tiene el mismo efecto. Así que imagine un espíritu lleno de asientos ocupados en silencio. Es el mío, tras terminar de leer su entrada.

Editor dijo...

Muchas gracias. Un fuerte abrazo

Anónimo dijo...

Mi silencio en honor a tu entrada. Me gusto tanto que me dejaste sin palabras. Muchas gracias por compartirlo.