15 de enero de 2012

Los rostros que nos miran


El envejecimiento se reconoce en otras caras. Uno no descubre el paso del tiempo delante del espejo porque la mirada envejece con quien mira a diario y nunca se extraña contemplándose a sí misma. Te ves un poco más viejo cuando te tropiezas con amigos a los que no veías hacía años y descubres que el tiempo ha cambiado sus caras y sus cuerpos. Es entonces cuando te planteas que tú tampoco te pareces ya a aquel veinteañero lejano o que tienes poco que ver con el que eras hace diez o quince años. Hay rastros que delatan el paso del tiempo en nuestro rostro o que blanquean mes a mes nuestros cabellos. Solo cuando ponemos una fotografía al lado de otra nos vamos dando cuenta de que el que sonríe a la cámara ha ido cambiando tanto que a veces ni se reconoce a sí mismo. En los espejos la mirada se confunde casi siempre con nuestro propio recuerdo.


No hay comentarios: