7 de febrero de 2012

Fugaces

Lleva toda la vida viendo pasar ojos luminosos, miradas tristes, soñadores, trepas, lenguaraces, apocados, sentimentales, depresivos, eufóricos, adolescentes, ancianos, oficinistas, parados, solitarios o engreídos. Ella baja o sube escaleras mecánicas mientras se cruza con otros destinos que también bajan o suben las escaleras contrarias. Casi nunca coinciden; pero ha habido momentos en que ha creído reconocerse a sí misma en el otro lado. Luego sube al vagón del Metro y se dirige al trabajo. Es una afortunada por seguir conservando su puesto de trabajo. Le da lo mismo tener que soportar a dos o tres indeseables que tratan de amargarla cada mañana. Llegan zalameros y graciosos, pero ella sabe que luego andan conspirando para que la echen a la calle. Un amigo le decía el otro día que en los tiempos de crisis sale lo mejor y lo peor del ser humano: los solidarios se vuelven más solidarios y los rastreros se tornan aún más rastreros. Ha podido resistir otro día. Ahora sube las escaleras mientras otros bajan las que ella recorría esta mañana. Vuelve a tropezarse con cientos de miradas que se cruzan como se aparecen los faros de los coches en las carreteras, flashes repentinos como aquellos que encendían los fotógrafos en nuestros lejanos cumpleaños de infancia. En esos trayectos diarios reconoce los amores fugaces que ella sabe que se acabarán reencontrando en la inmensidad del tiempo.

2 comentarios:

Tino Prieto dijo...

Muy hermoso la sensación de los flashes de la infancia y los faros que se cruzan.
Enviarte los mejores deseos para los caminos próximos.

Editor dijo...

Muchas gracias, Tino. Un fuerte abrazo