10 de febrero de 2012

Té con leche


El té con leche me lleva siempre a Londres,
a las estaciones con trenes detenidos en el tiempo,
a la niebla que te esconde cómplice por las calles,
a la hierba de Kensington's Gardens recién cortada,
a los muros centenarios de la ribera del Támesis,
a las tempestades de Turner en la National Gallery,
al mercadillo de los sábados en Portobello,
a la bufanda de cuadros y a la cita a las seis en Picadilly.
También me llega el curry de los hindúes de Gloucester Road,
y aquellas rutilantes guaguas rojas de dos pisos
circulando por el suelo luminoso de mi infancia,
y las barandillas de las casas blancas victorianas,
y cada uno de los sueños que dejé escritos entre sus calles.
Los ingleses toman té con leche en todas partes.
Estén donde estén saben que pueden avivar las nostalgias.
No tienen más que remover la cucharilla para regresar a casa.

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