16 de abril de 2012

Migajas


Seguía pidiendo dos panes cada mañana. Se había quedado viudo hacía tres meses, pero se negaba a reconocer su soledad en el peso de una bolsa de plástico. El pan diario que le sobraba se lo llevaba a los patos del estanque todas las tardes. Era la única forma que había encontrado de desmigajar la ausencia.

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