5 de junio de 2012

Pasos y horizontes


Todos caminaban al revés; en su misma dirección pero al revés, como si se movieran en una moviola que les recolocara en el tiempo. Regresaban adonde él no sabía que iba. No hablaban. No reían. No llevaban maletas. No había niños. Recorrían aceras de grandes avenidas que nunca terminaban. Sería fácil decir que vivía un sueño. No era verdad. Se tocaba el corazón y latía, se tocaba los bolsillos y notaba su cartera y las llaves de su casa. Y uno sabe que está vivo mientras nota que tiene en el bolsillo unas llaves para abrir alguna puerta. El horizonte no tenía color. A él le hubiera gustado que fuera azul y lejano, pero en el asfalto difícilmente se vislumbran los puertos o los oasis.

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