Un verso sigue siendo un verso en una red social,
en un bloc de notas de un colegial enamorado
o en una servilleta visionaria casi al alba.
Da lo mismo dónde se termine escribiendo el tiempo
o en qué mares acabarán fondeando las metáforas.
También importan poco los líricos naufragios,
todos esos poemas que ni siquiera encontraron palabras.
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