6 de septiembre de 2012

Rojo y Negro

Cuando vuelves a un clásico regresas a casa, al lugar donde se gestó nuestra afición literaria y a las primeras letras que nos permitieron empezar a creer en esa bendita realidad paralela que es la ficción. Rojo y Negro fue para mí uno de esos libros deslumbrantes que cambió por completo mi vida. Me enseñó un universo dentro de una historia, me contó hasta dónde pueden llegar las pasiones y me puso todo el rato en el lugar de un personaje que forma parte de mi pasado como cualquiera de los personajes que he tenido que ir interpretando en la vida real para sobrevivir. Con Julián Sorel me he redescubierto yo mismo como lector cuando tenía diecisiete años y él fue golpeado violentamente justo por hacer lo que yo estaba haciendo en aquel momento. Por ello, si le gusta que le cuenten historias de amor inolvidables, lea este libro; si le apetece comprender sus propias contradicciones acérquese a la vida del personaje que propone Stendhal, y si quiere no dejar de leer durante horas porque le será imposible alejarse de la trama, no deje sin  visitar Rojo y Negro. Todo lo que pueda decir de este libro se quedaría siempre por debajo de lo que me gustaría transmitir. Yo he vuelto este verano a reconocer por qué me pareció tan fascinante y tan grande Stendhal. No ha variado para nada mi admiración; todo lo contrario: lo que escribió -La Cartuja de Parma también estaría siempre entre mis veinte libros imprescindibles- sigue pareciéndome igual de actual  y de genial que cuando lo leí de adolescente. No pasen por esta vida sin leer a Stendhal y sin vivir unos días en el universo de Rojo y Negro.

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