Hay acordes reconocibles y atávicos
que no llegan nunca al papel pautado.
Cada cual los interpreta en su memoria
y jamás suenan igual en el mismo instrumento.
Hay días de pianos cadenciosos
y otros días de tambores desbocados.
Tu propio corazón palpita con esa música del tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario