10 de diciembre de 2012

Foto Fija

Ayer habló alguien de detener la mirada antes de la ausencia,
alguien que se fue de su isla y de sus olores
y que no ha podido regresar después de más de veinte años.
Siempre nos vamos de los sitios pensando en volver mañana,
pasando de largo, sin fijar la vista en el bolardo roto en la acera,
o en el nuevo color de una fachada que luego reaviva el recuerdo.
Ella decía que le hubiera gustado despedirse  más despacio,
haber guardado hasta los detalles más insignificantes de sus calles,
cada gesto de cada persona querida, el sonido de unas campanas,
la brisa del océano que nunca será igual a otra brisa del mismo océano.
Hay casas que no habitaremos jamás, o que ni siquiera existen,
ciudades que fueron nuestras a las que nunca más regresaremos,
amores que casi no seremos capaces de reconocer en los reencuentros.
Solo nos queda la pausa consciente de nuestros propios pasos,
la fijación extrema en cada uno de los pequeños detalles diarios,
para no terminar perdiéndolo todo cuando llegue el olvido.

No hay comentarios: