Lleva semanas acercándose cada tarde.
Mantiene la mirada fija en el agua.
Ni siquiera creo que vea la fuente.
Tampoco se fija en los tritones desgastados,
en la columna salomónica
o en los grabados que fotografían los turistas.
Enviudó hace casi un año.
Antes venía siempre con ella.
Paseaban juntos cogidos de la mano.
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