También el cielo se reconoce nostálgico
cuando la arena lo va envolviendo de desierto.
No solo las brumas acercan los otoños.
El siroco es un aire de silencio,
un claroscuro que nubla las miradas
y que termina trastornando las estaciones.
A veces vislumbramos oasis,
edénicos horizontes en medio de la nada.
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