22 de marzo de 2013

Olvido


El olvido no solo arrebata recuerdos. También cura alejando algunas ausencias.

2 comentarios:

Pedro dijo...

Saludos, Santiago.

Quisiera aclararte algunas cosas, relativas a mi comentario en Ciclotimias del pasado día 21 de marzo. Me ha quedado un profundo malestar, porque lo juzgo como una gran torpeza por mi parte que quizás te haya podido incomodar u ofender (eso es lo que quiero reparar esta vez).

Anunciaba una despedida a mis comentarios en tu blog, pero no como respuesta a tu idea de tener mi propio blog o escribir un libro; realmente ya me lo estaba planteando desde antes de empezar el taller (donde, además, tú mismo nos has propuesto en varias ocasiones que creáramos nuestro propio blog). Realmente yo ya había madurado esa opción, y estaba listo para caerme de tu blog a uno mío. Lo que quiero dejarte claro es que mi decisión no responde a una mala interpretación de tus palabras, sino a mi deseo de aprovechar aquel momento para justificar una despedida (justificación que ni era necesaria ni solicitada); reconozco que fue algo que podía parecer bruto por mi parte, realmente nadie me obligaba a justificar lo que hago o dejo de hacer, pudiendo dejar desazones a mi paso, fue gratuito… soy gratuito, a veces sin tener malas intenciones meto la pata hasta límites insoportables, mi monstruosa ingenuidad puede resultar perturbadora. Sí es verdad que desde hace ya bastante tiempo sentía cierta culpa por mis extensos comentarios (que tantas veces trataste con generosidad; gratitud, mucha gratitud), y no obstante reincidía (contigo y con otros, por ejemplo, con Emilio y Rubén; ¡pobre Rubén!, lo he sometido a un feroz bombardeo en los últimos meses), en mi descargo he de decir que lo hacía por puro entusiasmo, con ingenua alegría; que sí, Santiago, que soy como ese animalillo del bosque que se cuela por la ventana abierta de una cocina, decididamente y sin malicia, provocando el susto del día a los habitantes de la casa… ahora soy yo el que se ha asustado y ha desaparecido entre la maleza y los árboles, y aquí no hay más culpa que la cobardía de uno mismo (en fin, soy persona que exige mucha paciencia).

Voy a contarte algo que resulta paradójico con mi habitual comportamiento en el blog. En persona soy muy discreto y celoso respetando el espacio vital de las personas, a menudo puedo parecer grosero por no saludar a alguien si con ello juzgo que interrumpo su tranquilidad o lo que esté haciendo en el momento en que nos cruzamos. Aunque quizás tú lo juzgues como una tontería mía, me siento avergonzado, y no creo que me presente ante ti por el momento; a lo mejor más adelante, mientras te pido que me firmes un libro tuyo… me haría ilusión. Yo, mientras tanto, seguiré ahí detrás, jugando y buscando entre las palabras; y si inicio mi propio blog, tú serás el primero en saberlo.

A menudo vengo a este blog tuyo a leer tu poesía (cosa que no sabía que me pudiera gustar; yo me considero una persona bien formada, pero he elegido otros caminos hacia mi plenitud intelectual, nunca es tarde para aprender cosas nuevas, siempre hay tiempo para empezar), me había jurado no profanarlo… y he acabado haciéndolo de la peor forma posible, pero todo sea para ofrecerte mi sincero respeto y aprecio, mi agradecimiento por tu hospitalidad y paciencia en todo este tiempo y mi buena fe. Creo que ya está todo dicho, sólo queda el alivio.

Gratitud, Santiago, mucha gratitud.



P.D. Te ruego que borres este mensaje, si es posible, si no, lo asumiré como parte de mi enredo.

Editor dijo...

Hola Pedro, no tienes nada de lo que disculparte. Lo que sí espero es empezar a leer cuanto antes tu blog. Me gusta muchísimo tu manera de asomarte al mundo a través de las palabras. Un fuerte abrazo