4 de marzo de 2013

Sirenas y abrazos


La abrazaba con todas sus fuerzas
en los acantilados más inaccesibles,
en las playas más solitarias
y en las noches más oceánicas.
No quería que el mar se la llevara.
Desde que ella le contó que era una sirena
trató de ahuyentar a las escamas con abrazos.
Aún se siguen besando lentamente cada tarde.


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