ni consientas que la rutina
te haga zozobrar en lo mediocre;
tampoco te ahogues de impaciencia
cuando veas pasar los días, interminables,
y nada se parezca a lo que tú soñabas.
Sólo el temple, y la paciencia,
y la espera trabajando en el silencio,
te hará llegar a puerto,
si es que ha de haber puerto
y si en verdad vale la pena la orilla de tus sueños.
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