7 de octubre de 2013

Tesoros

Desde niña le había gustado enterrar todo tipo de objetos en el jardín. Nadie sabía a dónde iban a parar las muñecas, las pulseras o muchas de las plumas de su padre que iban desapareciendo. Luego también estuvo enterrando todas las monedas que encontraba. Ahora, cada vez que regresa a la que fue la casa de sus padres, no tiene más que hurgar un poco en la tierra para desenterrar sus propios recuerdos. Sus nietos dicen que son tesoros. A ella la recogen en la residencia todos los domingos a primera hora de la mañana y la devuelven cuando cae la tarde. Juega con las muñecas que va encontrando sin decir nada. En su cara se dibuja una sonrisa exactamente igual que la de la nieta que tiene a su lado.

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