17 de noviembre de 2013

Nervaduras

El viento no deja nunca de arrastrar las hojas que se terminan escribiendo con la tinta sepia de todos los otoños. También serán nuestras hojas secas las que terminarán contando lo que las palabras solo llegan a intuir algunas madrugadas. Lejos del árbol. Cuando ya no seamos nosotros los que tracemos esas nervaduras que a veces tiemblan como el corazón de un pájaro.

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